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volandovengo

Cabrones

Los conductores de autobús son unos cabrones, los empresarios son unos cabrones, los profesores universitarios son unos cabrones, los abogados son unos cabrones, los comerciantes son unos cabrones, los vigitantes jurado son unos cabrones, los médicos de la Seguridad Social son unos cabrones, los empleados del INEM son unos cabrones, los críticos son unos cabrones, los cazadores furtivos son unos cabrones, los porteros de colegio son unos cabrones, los funcionarios de la Junta son unos cabrones, los regidores de los teatros son unos cabrones, los encargados de lupanar son unos cabrones, los dueños de editoriales son unos cabrones, los taxistas son unos cabrones, los empleados de banca son unos cabrones, los dueños de hipermercados son unos cabrones...

Todos somos unos cabrones, y dejamos de serlo los domingos (entiéndase domingo como momento de inactividad, asueto en nuestra función). Pues se me antoja una posible definición de cabrones, así en plural ca-bro-nes, como las personas que abusan de su poder, sea cual sea la parcela o la extensión de ese poder.

De esta manera manifiesto que los mayores cabrones son los que abusan de su fuerza ante los más débiles, ya sea un niño (¿su hijo?), una mujer (¿su mujer?), un prisionero (¿su víctima?), un novato (¿su compañero?)...

Saltan cada día ejemplos de éstos en los noticiarios (una niña hospitalizada, una mujer muerta, prisioneros torturados fuera de toda convención) y a nosotros se nos saltan las lágrimas de impotencia.

3 comentarios

volandovengo -

Es evidente, querida Tere, que el número de cabrones es infinito, tanto como el de estúpidos (según el Eclesiastés) y los ex sobre todo. Que lo hubieran pensado mejor en su momento.

Tere -

Yo añadiría que hay muchos cabrones anónimos, que no pertenecen a las categorías antes señaladas. Entre los más destacados incluyo a mi ex-marido y al que fue mi novio hasta ayer. Les caracteriza el tener una doble cara, según la ocasión.

Carmen -

Una sonrisa en el infierno: no hablo del cuento, hablo de la vida... condenados pero impolutos...
Gracias Jorge por hacernos pensar con una sonrisa o mejor dicho, por hacernos reir como excusa, para que pensemos... aunque todo sea tan cruel pero tan de verdad.