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volandovengo

Guardacostas

Cuando yo era joven, durante los meses de verano en la ciudad, acudía con algunos amigos (muchos) a una piscina privada. Era la piscina de Los Mondragones, un club social para oficiales del ejército. Entre el grupo de amigos, había varios hijos de militares que, gracias a ellos, pasábamos todos por hijos de condecorados. (A veces, ninguno de los que íbamos a aquellos jardines era del gremio, pero a fuerza de vernos, entrábamos como usuarios legalmente reconocidos.)

Había allí en la piscina algunos vigilantes que nos pedían de vez en cuando el carnet o nos llamaban la atención o nos echaban directamente cuando nuestros juegos no eran del agrado de los hijos más inmediatos de la patria o cuando cantábamos canciones subidas de tono. A esos vigilantes los llamamos 'guardacostas' en plan irónico, pues parecían guardias del litoral. Y, el cachondeo se armaba cuando alguien avistaba la gorra oscura y gritaba: "que viene el guardacostas".

A raíz de aquello, llamo 'guardacostas' a cualquier encargado, vigilante o portero que se cree con un poder superior, cabeza de ratón por unas horas. Gente (como los jueces) arrogante con los humildes y humilde con los arrogantes.

Anoche, por tercer año consecutivo, estuve, como periodista, en el XXVII Festival Flamenco de Los Oíjares (mañana sacaré la crítica) y por tercer año consecutivo tuve problemas para entrar a pesar de identificarme. Un grupo de guardacostas se pasaban mi carnet de prensa de uno a otro escrutándolo y mirándome de soslayo me preguntaban si no tenía algo más (yo pensaba que si tuviera entrada no me haría falta 'pelear' en la de esa forma y pasaría de todos aquellos liliputienses). Al final siempre me dejan pasar pero me vigilan de cerca. Parece que me hacen un gran favor dejándome que le dé cobertura y publicidad gratuita a su pueblo y a su festival. Me encuentro con Juan Pinilla, crítico de otro periódico (La Opinión), que le pasó un tanto de lo mismo.

El mundo está lamentablemente lleno de guardacostas, de catetos y de bodoques. También de rastacueros, pero eso es otra historia. 

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