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volandovengo

El día del aguacero

El día del aguacero

No parabamos. Ahora, parece mentira. Hace un mes escaso, la prenda habitual para salir a la calle era el chubasquero y el paraguas. Y es que cuando dice de llover... Abril, aguas mil, ya se sabe. Y hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo. O sea, todavía puede haber sorpreses.

Es como si hubieran dicho: os fastidio todos los puentes, el Día del Trabajo, el Día de la Cruz, y ya veremos si el Corpus, pero os relleno los pantanos (que ya están a más del 60% de su capacidad).

Pues un martes, el primer día de los últimos aguaceros, del diluvio pasado, me quedé sin cobertura. En el teléfono, me refiero (otras carencias de cobertura me son habituales). Estuve todo el día fuera de servicio (lo que es depender de un aparatito cancerígeno).

Mi primera explicación fue aquel cielo marengo que se nos venía encima. Llamé al "número de atención al cliente" que atentamente te cobran la llamada y allí me dieron otro "número de atención al cliente" para casos como el mío, o sea, doble llamada, doble coste.

Me dijeron que, les constaba, no debía tener ningún problema. Yo les aseguré que sí que los tenía. Que me buscara la vida, fue el veredicto que pude colegir entre líneas.

Al final del día acudí a un establecimiento de Vodafon (o Vodafone, según se lea) con la persiana a media asta y entré haciendo una involuntaria reverencia. La chica me recibió con el impermeable puesto y la luz apagada (¿sería una señal?). Le comenté mi problema y me pregunto: ¿Es de tarjeta o de contrato?

La pregunta era fácil, así que pude responder: "De contrato". Entonces contestó a bocajarro: "Pues no habrás pagado". "Oiga que lo tengo domiciliado", exclamé sin perder los papeles. "Pues no tendrás dinero en el banco", continuó impertinentemente mientras desarmaba el móvil y lo volvía a rehacer.

"Dime el pin", seguía machacando. Se lo di, lo marcó en el teclado del móvil y el teléfono recuperó todas sus lucecita rojas. Ya está. Qué le pasaba. Que se había movido la tarjeta. Bueno, gracias. Ummm.

Ni una disculpa ni un buenas noches ni un de nada ni nada de nada. No sólo los jueces son arrogantes con los humildes y humildes con los arrogantes.

2 comentarios

volandovengo -

El cliente no siempre lleva la razón ni el empleado se la da así como así.

lauzier -

Sin ser pesimista, que no lo soy, creo que definitivamente se han perdido las relaciones de cortesía y la más mínima educación en las relaciones comerciales, cliente/establecimiento comercial.