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volandovengo

Hombre rico, hombre pobre

Hombre rico, hombre pobre

“Es más difícil que un rico se salve a que un camello entre por el ojo de una aguja”, dijo Jesús un día que estaba especialmente inspirado. Y es que ya, en los albores de la historia, se sabía que, en general, ningún hombre honrado se puede hacer rico con su exclusivo trabajo. Sin embargo, el hijo de dios no le dedicó en ese momento ni una mínima sentencia al hombre pobre. Si después de su frase lapidaria, que nos ha hecho pensar en camellos muy pequeños o en agujas excesivamente grandes, hubiera dicho, aunque fuera en petit comité, que “es más fácil que un pobre se salve que encontrar una aguja en un acerico”, otro gallo nos cantaría. Pero, si encima de ser pobres, no tenemos garantizada la gracia de una segunda vida, una nueva oportunidad más afortunada, apaga y vámonos.

Tampoco se asegura, por otra parte, la condena del millonario, sino que su salvación es más dificultosa. Y, poniéndonos a elegir, es preferible un probable infierno (quizá ventilado, como apuntaba Pirandello) tras una vida opulenta, que un cielo dudoso después de haber vivido arrastrado.

Seguramente, lo ideal sería que todo el mundo fuera igual de rico (o igual de pobre, que quizá sea más fácil, pues muchos son los que no tienen y los que tienen mucho son pocos). Y, puestos a soñar, que fuéramos todos iguales ante la ley, que tuviéramos todos las mismas oportunidades... Habría que luchar por esta equidad, pero no acabando con los pobres -como muchos dirigentes se plantean- ni eliminando a los ricos -como se puede pensar. ¿Quizá repartiendo?

Yo, humildemente, me afilio a Mario Moreno “Cantinflas” ─que no es Dios, pero sí divino─ cuando dijo en una de sus películas: “yo no estoy en contra de que haya ricos, yo estoy en contra de que haya pobres”.

Porque la pobreza es un mal que se siente a cada minuto y para la riqueza es algo incómodo. Es incómodo y hasta peligroso que los pobres se organicen, se manifiesten en contra de su estado y hasta que deseen el dinero de los que tienen. ¡Dónde vamos a parar!

El mundo ha quedado reducido a dos estados, a dos clases sociales antagónicas, separadas por el dinero. El mundo tiende al feroz capitalismo y, salvo algunos reductos, el dinero llama al dinero, y la falta de éste a la carencia total. Ya no nos importan los de otra raza, los de otro color, si traen divisas. Las puertas del mundo, las fronteras se derrumban ante el todopoderoso dólar (o el euro, que ya lo aventaja), ante un jeque árabe, blanco por fuera y negro por dentro, que te ofrece de propina un reloj de oro.

Con dinero, en muchos casos, se acabaría el racismo y la xenofobia. Los negros pasarían a ser personas de color, los moros magrebíes y los sudacas serían sudamericanos.

Cuanto más avance el mundo ─me temo─, cuantos más logros alcancemos de bienestar, de calidad de vida, menos adelantaremos en igualdad de clases, más diferencia habrá entre el hombre rico y el hombre pobre.

* Radiado en el 88.8 de FM-Granada, “Mujeres en las Ondas”, el 21 de diciembre de 1999.

5 comentarios

volandovengo -

Luis, siempre me ha hecho gracia la definición política en España como una "monarquía parlamentaria", por la contradicción.

Luis Trujillo -

Es difícil opinar sobre la pobreza. Y lo que dicen que dijo Cantinflas me puso a pensar, yo siempre he dicho que para que haya ricos se necesita una gran número de pobres. España debería en un principio hacer ciudadanos a los Reyes, si quieren hablar de que hay democracia. Un rey por antonomasia no puede ser democrático.

volandovengo -

Me pasó desapercibida la entrevista a la que aludes, primo. Pero me encanta que estés detrás de la puerta.
¡Mardito parné!, bukanero.

bukanero -

mardito parné

eortiz -

Sí, es así y es tremendo. Me gustó la entrevista de El cultural con Gopegui por, entre otras cosas, el análisis que hacía de la clase media, de la facilidad con que, por algo simple, puede pasar a ser clase baja, pobre. Un abrazo, primo.