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Huétor Vega dimensiona la guitarra

Huétor Vega dimensiona la guitarra

2º Festival de la Guitarra de Huétor Vega

No cabe duda de que uno de los protagonismos indiscutibles de la ciudad de Granada es la guitarra. Los guitarristas, los tocaores, de esta ciudad han sido siempre reconocidos por su toque especial, por su limpieza, por su soniquete… Tomando conciencia de tal riqueza y protagonismo, en la provincia se vienen realizando algunas actuaciones que reivindican el arte de las seis cuerdas, como es el Certamen Internacional de Guitarra Flamenca Manuel Cano de los Ogíjares, que ha celebrado ya su sexta edición; La Guitarra en Otoño, que recientemente comenzó su andadura; o este Festival de la Guitarra, que cumple dos años. Por ahora es un festival modesto, pero con grandes esperanzas y apuestas de calidad, que pretende abarcar lo más posible todos los ámbitos de ese instrumento. Por eso, nada más entrar en el teatro, nos recibe una exclusiva exposición de guitarras de grandes guitarreros nacionales e internacionales. También, en un puesto bastante destacado, están las conferencias sobre el mundo y la evolución de la sonanta. Este año, por último, los recitales se enriquecen con la música clásica, que viene a complementar al flamenco iniciático.

De las cuatro propuestas del jueves pasado, tres fueron concertistas clásicos, de los cuales me limitaré a dar tan sólo un apunte, pues no es mi especialidad. El Trío Aljibe, formado por Mari Carmen Carmona, Fátima Quirantes y Antonio Morales, interpretaron obras de Albéniz, Texidor y Barrios, destaca en ellos su juventud, timidez y exactitud en su entrega. Compartiendo igual mocedad, Pablo Jiménez, también de Granada, fue preciso en Albéniz, Leo Brouwer y Roland Dyens, aunque no llegó a dominar una megafonía quizá deficiente. Sin duda el más interesante de los clásicos fuera el pontevedrés Samuel Diz. Con un repertorio contemporáneo (Leo Brouwer, José Peixoto y Hermelindo Ruiz), y prescindiendo sabiamente del micrófono, fue un ejemplo de limpieza ejecutiva y de arriesgada sensibilidad.

David Caro es un tocaor almeriense que, con sólo diecisiete años, demuestra tener una cimentada base interpretativa y unas buenas maneras, que se concretan en una pulsión afinada, una buena técnica y un sonido muy flamenco. Con una taranta de composición propia, comienza su actuación. Continúa con “Ímpetu”, una fantasía por bulerías del Maestro Escudero, muy bien tocada. Virtuosismo que sigue imprimiendo en la imposible guajira “En la otra orilla” de Víctor Monge Serranito. Para terminar, Paco de Lucía hace su aparición con la soleá “Gitanos Trianeros”. No les vendría mal, sin embargo, a estos concertistas jóvenes tener experiencias de acompañamiento al cante y al baile.

 

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