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volandovengo

Ese delicioso objeto de deseo

Ese delicioso objeto de deseo

Aunque la belleza sea efímera, me siguen gustando las estrellas fugaces y las inquietas mariposas y la llama que muere bajo otra llama. Aunque la belleza no sea completa, su propia imperfección la redondea. ¿Quién no se ha quedado prendado de una cicatriz o de un aparato dental o de una sugestiva mirada estrábica? Gustave Flaubert opinaba que la mujer bella debía tener una leve sombra de bello sobre el labio superior y Dalí escribió que la mujer elegante no tenía nariz.

El Reino de Saba era un antiguo país supuestamente localizado entre los actuales territorios de Etiopía y Yemen. Su reina, la famosa reina de Saba, llamada Makeda en la tradición etíope (Kebra Nagast) y en la islámica Bilqis o Balkis (Balkhis), aunque no en el Corán, que, como en la Biblia, no recibe nombre alguno, acudió a Israel, entre los años 1000 y 950 a.C., atraída por la gran sabiduría del rey Salomón, a quien regaló 4,5 toneladas de oro, especias y piedras preciosas. La reina quedó tan impresionada por la sabiduría de aquel rey, según el Corán y el Cantar de los cantares, que se convirtió al monoteísmo, entonando una alabanza al Dios Yahvé; el rey entonces la recompensó con la promesa de otorgarle cualquier cosa que desease.

Estando en el palacio del rey-profeta, llamado "El Templo de Salomón" en la literatura judía (hoy día solamente está en pie la "Pared Occidental", a la que los judíos denominan "El Muro de las Lamentaciones"), Salomón condujo a la reina sabana a una estancia con el suelo de cristal. Al verse tan bien reflejada, creyó que era agua y alzó su vaporosa túnica drapeada sobre sus plateados borceguíes temiendo mojarla. El rey, sin pretenderlo, no pudo evitar fijarse en los perfectos tobillos de ébano torneado recubiertos de una cantidad de bello impropio en una dama.

Posiblemente, el terciopelo tobillo sabano, fue lo que enamoró a Salomón por los siglos al igual que la nariz de Cleopatra sedujo a César o a Marco Antonio, aunque Juan Eslava Galán sostiene que fue la succión entre sus piernas, nominándola como presa de Cleopatra, la misma presa, sugiere, con la que atrapó Camila Parker a Carlos de Inglaterra.

4 comentarios

volandovengo -

¡Cómo lo sabes, nOnO! Hay que aprovechar estos días, pues cuando marzo mayea, mayo marcea.

n0n0 -

Pelusa y succión, ya es primavera en el corte "ingles"

volandovengo -

Sí, Alberto, algún secreto tendría de corte libidinoso que lamentablemente no han recogido las crónicas.

Alberto Granados -

A lo mejor, dado el tamaño de la nariz, más que succionar, esnifaba y eso ya... el culmen. :-)