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volandovengo

Los caminos del haiku

Los caminos del haiku

Llevo cultivando el haiku —mis íntimos lo pueden constatar— desde hace posiblemente más de treinta años, cuando quizá no estaba aún tan de moda, conociendo la imposibilidad de causar un tigre, como diría Borges. Me llegó de la mano de Octavio Paz y su pequeño ensayo Tres momentos de la literatura japonesa, inserto en Las peras del olmo. Allá en México ya tenían tradición, con Juan Tablada y Efrén Rebolledo, de componer haiku, llegado indirectamente de tradiciones francesas e inglesas en las primeras décadas del siglo pasado.

Es difícil traducir poesía de otra lengua, pero, cuando la grafía se muestra distinta, se multiplica ese esfuerzo. Ya lo decía Virginia Wolf en el prologo de su traducción de la Odisea: “Es inútil leer el griego en traducciones; el traductor apenas puede ofrecernos una vaga equivalencia”.

El rizo se riza cuando el idioma se escribe con ideogramas, como es el caso del japonés que nos ocupa, conformando al poema en una suerte de expresión plástica. Así, el haiku es pura imagen. No sólo por la impresión del chispazo lírico que muestra su contenido o la elección de las palabras, sino también por la belleza formal de su construcción material que entronca con el caligrama. (Es compatible, más de lo que podemos pensar, que el haiku acompañe a una aguada o algunos toques de acuarela, llamados haiga, o viceversa).

El haiku es un poemita breve de origen japonés que, como he dicho, está muy relacionado con la idea zen de la iluminación o satori. Según Fernando Rodríguez-Izquierdo, en El haiku japonés, es una “miniatura literaria”.

Su contenido puede ser muy variado, pero tiene unos rasgos fijos que, si no se respetan, evidentemente estaríamos creando otro producto. Sin embargo, a lo largo del tiempo, todas estas normas han sido transgredidas de alguna u otra manera por los grandes haikuístas del país del Sol Naciente, sobre todo a principios del siglo XX con la revolución de los ísmos en Europa y su repercusión en Oriente. Hoy día también la manga es ancha y a veces no se respeta ni la medida identitaria.

De este modo diré que las características del haiku pueden ser volubles si el espíritu es auténtico. Tanto los grandes poetas japoneses (Bashoo, Issa, Buson, Shiki) como los occidentales (Jules Renard, Ezra Pound, Tablada o Machado) que han practicado esta versificación se han saltado las reglas en algún momento.

Las dos características principales del haiku son: en primer lugar, su aspecto formal que consta de 17 sílabas dispuestas en tres versos de 5, 7 y 5; y segundo, su contenido, que debe dar una idea de estación (kigo) en alguno de sus versos. Son cinco momentos a tener en cuenta: primavera, verano, otoño, invierno y año nuevo, aunque no siempre son necesarias estas palabras en concreto. Por ejemplo la libélula simboliza el verano y las flores del cerezo la primavera (hay verdaderos diccionarios de kigo en Japón); no hace caso de la rima ni del ritmo; no tiene título; tampoco debe tener más de dos focos de atención.

Aparte de estos dos puntos esenciales suelen tenerse en cuenta otros aspectos: el haiku está emparentado con la naturaleza y la observación; es objetivo e intrascendente, ausente de pasión, carece de pensamiento abstracto; en general emplea sustantivos, ni adverbios ni adjetivos ni verbos que no sean infinitivos o gerundios; tampoco utiliza signos de puntuación (aunque sí algunas palabras de cesura, kireji, que incide en la intención y los estados de ánimo del poeta).

Llevo cultivando el haiku desde hace posiblemente más de treinta años, aunque no tengo mucho más de un centenar de poemitas que participen de sus esquemas (este blog está salpicado de ellos); y confieso que, como haikuista iniciado, quebranto de vez en vez algunas de sus normas, aunque no su intención. 

* Haiku clásico del maestro Bashoo, que viene a sonar: "Furuike ya / kawazu tobikomu / mizu no oto", que se traduce, según Rodríguez- Izquierdo: "Un viejo estanque; / al zambullirse una rana, / ruido de agua".

2 comentarios

volandovengo -

Gracias, Carmen. Es mucho en la cabeza lo que tengo sobre la poesía japonesa. Además, quería clarificar cosas (al menos para mí) porque hay papistas que gratuitamente evalúan qué es y qué no es haiku.

Carmen K. -

¡Qué lección! ¡Impresionante!