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Ricardo Reis y Dios

Ricardo Reis y Dios

Fernando Pessoa hace nacer al doctor Ricardo Reis en Oporto, el 19 de noviembre de 1887 (aunque ignora la fecha de su muerte). Hablan de él Álvaro Campos y Alberto Caeiro, del que se dice buen amigo. No conoció personalmente a Pessoa.

José Antonio Llardent, en la revista Poesía de Ediciones Siruela (1995) nos describe a Ricardo Reis como “un poeta muy significativo del neopaganismo moderno”. Aunque Pessoa matiza esta definición alejándolo “de la basura cristiana con pretensiones paganas de los Matthew Arnold, Oscar Wilde y Walter Pater”.

“Reis era en realidad, continúa Llardent, un pagano inocente de la decadencia, que quiso ser a la vez, según dijo de sí mismo, epicúreo y estoico”.

Según su ortónimo, Ricardo es el poeta de la disciplina mental revestida con musicalidad propia, pero recurre a un purismo lingüístico exagerado. Y así como Caeiro quiso ayudarnos a morir sin espanto, escribe María Teresa Rita Lopes, Reis nos propone el medio de morir musicalmente, como cisnes.

Algunos textos en prosa salpican las cuantiosas odas que constituyen la obra poética del heterónimo existencialista. Textos que, como en parte de sus versos, arañan el neopaganismo portugués.

En el primer verso de una de sus odas, Reis propone “Quiero de los dioses sólo que no me recuerden”. Y en otra “Los dioses son dioses / porque no se piensan”.

Leyendo esto, más que pagano, incluso en la tradición nietzscheana, común en la época, que Pessoa se encargó de criticar (calificaba al filósofo como Baco alemán), pienso que era escéptico, como si pensase, como me dijo Alfonso Salazar hace tiempo, mucho tiempo, “Dios aprieta pero no existe”, o, como esa otra frase que leí hace poco en un muro de facebook, cuyo nombre no recuerdo: “Dios existe pero poco”.

Apunta igualmente, y no necesita explicación:

Sólo esta libertad nos conceden
     los dioses: someternos
a su dominio por voluntad nuestra.

O esta otra:

Si a cada cosa que hay un dios compete,
¿no ha de haber en mí un dios?
¿Por qué no he de ser yo?
Pues que siento, en mí un dios anima.
Y el mundo externo claramente veo:
las cosas y los hombres, sin alma.

4 comentarios

volandovengo -

Como Aquiles, prefiero la gloria hoy que el olvido eterno.

Rossy -

Bello yo amo todas esas cosas pero los besos sin futuro te haran desgraciado, toma tú cactus.

volandovengo -

Rossy, me gustan las estrellas fugaces y el olor de la tierra cuando llueve y las flores que se abren de noche y una campana en la niebla y un beso sin futuro y la sombra de una sombra...

Rossy -

Bello por qué razón te importa?
Un hombre preguntó a un sabio si debía quedarse con su esposa o su amante... el sabio tomó dos flores en su mano: una rosa y un cactus... y le preguntó al hombre.

Si yo te doy a escoger una flor, ¿cuál eliges?y el hombre sonrió y dijo: la rosa, es lógico... Y el sabio respondió: A veces los hombres se dejan llevar por la belleza externa o mundana y eligen lo que brilla más, lo que valga más, pero en esos placeres no está el AMOR...

Yo me quedaría con el cactus porque la rosa se marchita y muere, el cactus en cambio, sin importar el tiempo o el clima, seguirá igual, verde con sus espinas. Tu mujer conoce tus defectos, tus debilidades, tus errores, tus gritos, tus malos ratos y así está contigo... Tu amante conoce tu dinero, tus lujos, los espacios de felicidad y tu sonrisa, pero no está contigo... ahora, dime hombre, ¿Con quién te quedarás?
Para que lo reflexiones ante mis maravillas