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volandovengo

Grande

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La pasada semana murió Félix Grande. El flamenco otra vez está de luto. Con su ida perdemos una de las voces más sensibles que hemos tenido en el arte de la queja y del dolor. No fue cantaor, sólo hilvanaba palabras de sabiduría. Lo conocía antes de conocernos. Tenía bastante ajada de tanto oírla su grabación estremecedora, junto al Lebrijano, sobre el acoso de los gitanos en España. Una obra imprescindible para el conocimiento del flamenco y del pueblo caló. Una obra, llamada precisamente Persecución (1976), donde Juan Peña con una voz envidiable, madura y torrentera, y con un eco flamenquísimo, va desgranando con pasmoso sentimiento los cortes que jalonan el disco. Y, Félix, de forma desgarradora, pausada pero contundente, nos va guiando, como narrador entregado y autor del libreto, por los vaivenes de este pueblo, su condena por ser gitanos, su castigo por amar la libertad.

Hace tiempo, quizá ocho años, quizá diez, me lo presentó el artista gráfico David Zafra no sé en qué circunstancias. Puede que fuera en una de las pasadas ferias del libro aquí en Granada, que viniera a presentar algún volumen, o quizá fuera con motivo de alguna conferencia. Nos vimos tan sólo en esa ocasión o tal vez un par de veces. No recuerdo. Mi memoria es flaca como filamento. Se interesó por mi ‘trabajo’ y aseguraba haberme leído en algún momento. Quedamos en colaborar en un futuro. Compromiso que se llevó el viento como nuestras conversaciones telefónicas a raíz de una colaboración en Letra Clara, revista de la Facultad de Filosofía y Letras, la cual gestionaba en su aspecto técnico. Colaboración que nunca llegó porque fue el tiempo fatídico de la enfermedad y muerte de su compañera.

Félix me impresionó. Era un hombre tranquilo y carismático, exacto en su criterio y centrado en sus ideas globalizantes de entrega y respeto. Era alto y de rubios rizos, o blancos a esas alturas. Era un ángel que trasmitía paz.

Hablamos sobre todo de flamenco, de libros y de poesía, sin importarnos la rotación del mundo.

Ahora estoy convencido de que esos momentos son enormes en su sencillez y que, a la larga, nos aprehenden como si fueran definitivos en nuestras vidas.

2 comentarios

volandovengo -

Sí, Carmen, somos privilegiados.

Carmen K. -

Cultísimo y modestísimo.
Escuchar a Morente entre Félix Grande y Balbino Gutierrez, con sus comentarios, sus anécdotas, es uno de esos regalazos de la Vida que nunca se volverá a repetir.