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Más allá de la epidermis

Más allá de la epidermis

Flamenco Viene del Sur. La otra piel

El flamenco es amplio y bien avenido; es mestizo, hospitalario y tránsfuga. Úrsula López lo sabe bien y, a lo largo de sus años, ha sabido ser camaleónica. Su baile está impregnado de aires de distintas latitudes y, precisamente con el aire como partenaire, presenta en el teatro Alhambra de Granada La otra piel.

El flamenco, la danza española y el contemporáneo se dan la mano continuamente en una obra que no deja resquicios. En el cuerpo de baile, su hermana Tamara López, Mariano Bernal y José Manuel Benítez, están tan preparados como ella, hasta el punto de confundir, si no lo tuviéramos claro, el protagonismo.

El armazón musical lo sustentan Javier Patino y Tino van der Sman, a la guitarra, Gretchen Talbot a la viola y Raúl Domínguez a la percusión.

Las composiciones de Albéniz ocupan igualmente un lugar destacado, salpicando parte de los temas. Así, su obra Asturias aparece en la malagueña, que se abandola por Huelva, con la que comienza el espectáculo. El baile cede el testigo a lo contemporáneo y, poco a poco, a la danza española con profusión de palillos.

Jeromo Segura propone unas tonás antes de la generosa entrada percutida que encabeza las serranas, bailadas de dos en dos. Ellas sin calzar y el ritmo se acerca a otras orillas.

Úrsula López evidencia su cambio de piel desnudándose en el escenario con ayuda de sus bailarines. Igualmente la visten con un fondo de guitarra para abordar unas alegrías con maravillosos arreglos. Es un paso a dos arropado igualmente con las voces imbricadas de los cantaores.

Uno de los momentos más aplaudidos es la farruca propuesta con la sola guitarra de Tino van der Sman y el baile masculino (la farruca es macho) de Mariano Bernal.

También hay tiempo para brindar un homenaje a Enrique Morente, unas bamberas, Alma de Granada, que baila la cordobesa afincada en Algeciras con su hermana Tamara. Es una coreografía de Andrés Marín. 

Otra entrega personal de Jeromo por milongas, suaviza el ambiente para contemplar unas bulerías donde la viola cobra protagonismo.

Úrsula, que no participa en la pieza anterior, hace su aparición con vestido de cola y mantón blancos, manchados de cielo, bailando una caña. Quizá es el corte más flamenco; el que cierra la noche, y en el que también se acuerdan de Morente y de su Ciudad sin sueño.

Úrsula López en el Teatro Central de Sevilla.

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