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volandovengo

No me importa el cuchillo ni la herida

No me importa el cuchillo ni la herida

La otra mañana me levanté con este endecasílabo en la cabeza. No me importa el cuchillo ni la herida. Era más bien el comienzo de un soneto (que me propongo soñar más adelante). Salté de la cama y apunté cada una de las palabras que me desvelaron.

Fue curioso. No es la primera vez que sueño un verso, la idea de un cuento, un aforismo o simplemente una emoción (no necesariamente erótica).

Fue curioso también porque, por otra parte, el día anterior había soñado con alguien que se quería desprender de libros. A rebuscar en sus anaqueles fuimos Silvia y yo (fue curioso igualmente que soñara con Silvia). Estuvimos saboreando títulos que no recuerdo. Ninguno alcanzó nuestras manos, pero sí le declaré que lo que me gustaría es encontrar el libro definitivo. Así se lo dije y así se quedó grabado en mi memoria inmediata, el libro definitivo. Después, creo, se lo expliqué (o lo recompuse en mi cabeza de soñador). Se trata de un libro entre los libros, que su simple lectura anulara la lectura de los demás. Sería el libro necesario y único, que se leyera y se releyera hasta la saciedad sin necesidad de otra lectura.

Es impensable, pienso. La lectura, entre otras cosas, es un placer. La lectura nos hace libres. Gozamos de las palabras, ampliamos nuestra mente, viajamos, nos reconocemos y hasta nos enamoramos.

A Manolo una vez le pregunté si leía. No estaba seguro, me contestó, pues sólo releía el mismo libro. Se sabía pasajes de memoria.Era Juan Lobón de Luis Berenguer (que ha inspirado algunas películas). No es que fuera el libro definitivo pero le sería suficiente.

Atando cabos, mi sueño quizá respondiera a un pensamiento continuo, a la impotencia de leer todo lo imprescindible, si es que se puede cuantificar ese imprescindible. Muchos han hecho listados de cien, de quinientos, de mil, pero siempre queda algo y, si no, algo más se escribirá. En caso, sin embargo, que un prontuario de esta suerte sea el acertado, sería la historia de nunca acabar. Pues las primeras lecturas irían cayendo en el olvido, simplemente por interferencia del abordaje de otros libros o por el mero transcurrir de la vida.

Volviendo a mi discurso, con el libro definitivo me vinieron a la cabeza algunos antecedentes con los que a continuación cierro este devaneo.

En Discusión, a los postres del volumen, en el apartado Notas, Borges dedica unos párrafos a Gilbert Waterhouse y a su pretendida A short History of German Literature, en donde menciona al marqués de Laplace “que declaró la posibilidad de cifrar en una sola fórmula todos los hechos que serán, que son y que han sido”; así como al inversamente paradójico doctor Rojas “cuya historia de la literatura argentina es más extensa que la literatura argentina”.

El mismo Borges soñó La biblioteca de Babel, publicada por primera vez en la colección de relatos El jardín de senderos que se bifurcan (1941). "El relato, según la Wikipedia (apoyo tan cómodo como dubitable del autor con prisa), es la especulación de un universo compuesto de una biblioteca de todos los libros posibles, en la cual sus libros están arbitrariamente ordenados, o sin orden, y preexiste al hombre".

Por la misma época que el cuentista argentino, el belga Paul Otlet, padre de la biblioteconomía y documentación, concibió, en un intento de facilitar la información para todos, la ciudad libro. Una ciudad donde todas sus calles, casas y demás fueran páginas escritas.

Y cómo no acordarse también de las 'personas libro', en Farenheit 451, de Ray Bradbury, pero esa historia la contaré en otro momento (o no).

7 comentarios

volandovengo -

Alice Munro dice en 'Cara', un cuento de 'Demasiada felicidad', “pero los sueños no son tan complacientes”.

volandovengo -

Rossy, siempre son jugosos tus comentarios tropicales. Por soñar, sueño un mundo.

volandovengo -

Ay, José Carlos, como dices, la mayoría de las veces "se van, se van". ¿Cuántas palabras se habrá llevado la vigilia?

Rossy -

Sueña que te leo un libro de palabras persas Bello y tú me garrapeas un triturado de guayaba.

José Carlos Rosales -

Así son las cosas, a veces yo también me despierto con la cabeza llena de frases o versos o aforismos... Pero enseguida se convierten en pájaros y se van, se van...

volandovengo -

Ese es el miedo ancestral del ensayo. En España no hay tradición ensayística porque se tiene miedo a no ser exhaustivo (ahora ya se empiezan a editar estas obras con bastantes años de retraso, comparados con otros países. Incluso, los mejores hispanistas son ingleses y alemanes). Monterroso decía que el ensayo no pretendía demostrar nada.
Gracias por tu aportación, Carmen.

Carmen -

Igual es la idea del lector-escritor. El que escribe aún sabiendo que hay mucho que no conoce y que puede estar escrito. Que igual otro ya lo había pensado antes. Así, lo que quieres que forme parte de tu lectura lo pones tú.
O quizá, se me ocurre, que es la idea que querían transmitir aquellos que decían "en El Quijote ya está todo", como si El Quijote fuese una suerte Aleph con el que no es necesario leer nada más.
Al final es la tragedia de no poder leer ni conocer todo lo que ya existe. Si pudiésemos al menos tener la capacidad de elegir bien...

¡Buen texto, compañero!