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volandovengo

En el laberinto

En el laberinto

Siempre me han atraído los laberintos, esos pasillos, que pueden ser eternos, en los que su entrada está clara, pero su regreso es incierto. Puede ser un símil de la vida, o de la mente, del pensamiento de algunas personas que ni creen en las ciencias exactas, en el pensamiento lógico, en el camino recto.

El objeto del laberinto es perderse, no encontrar la salida, como en el regreso a Ítaca, dilucidado por Cavafis, lo importante es el camino, la odisea, no el arribo a las playas bondadosas donde un sabio porquero nos guíe a los brazos de Penélope.

En los jardines románticos del Renacimiento, se componían intrincadas calles de setos y arbustos, de confusión e intimidad, para favorecer la intriga de amor que quizá un billete pícaro ha despertado.

Dédalo construyó un laberinto en Creta para encerrar al Minotauro y ofrecerle presas humanas sin temor a que todo lo asolase, hasta que un héroe de la península le dio muerte y encontró la salida gracias al hilo de Ariadna.

En este mismo laberinto quedó encerrado su constructor, por satisfacer los deseos de su reina a espaldas del rey Minos. Ícaro, el hijo de Dédalo, penó con él hasta que encontró la liberación en forma de plumas y cera. La libertad acercó su vuelo al sol, que derritió sus alas. Donde cayó surgió una isla que los tiempos conocen como Icaria, al sur de Turquía.

Para Borges el laberinto (o dédalo, en honor al mito) es muy recurrente como idea del tiempo que nos marca, del infinito inabarcable, de los sueños incontrolados, del libre albedrío en el jardín donde los caminos no hacen más que bifurcarse.

La esencia del laberinto, sin embargo, reside en tu propio interior. Los primeros que imaginaron el concepto de laberinto fueron los antiguos mesopotámicos, a través de las tripas de los animales o de los intestinos a los seres humanos, que solían arrancarles para predecir el futuro. Después aparecerá en el arte egipcio, hindú, celta y de los pueblos del Mediterráneo.

Así la forma del laberinto remite a las entrañas, que, a su vez, se corresponden con el laberinto exterior. En El libro ilustrado de signos y símbolos se dice que “algunos laberintos poseen un claro sendero que conduce hacia el centro donde está la verdad: otros resultan más complicados y enigmáticos, pues el camino se divide constantemente. Este tipo de laberintos suele aparecer en sueños y representa la indecisión. Más difícil que entrar, resulta salir, por lo que sólo los sabios pueden encontrar el camino para atravesarlo”.

También tienen un componente místico. Los laberintos representaban el viaje de la oscuridad a la luz o la sabiduría secreta descubierta tras la superación de una prueba, atrapaban a los malos espíritus

Carl Gustav Jung, en El hombre y sus símbolos, dice que “en todas las culturas, el laberinto tiene el significado de una representación intrincada y confusa del mundo de la consciencia matriarcal; sólo pueden atravesarlo quienes están dispuestos a una iniciación especial en el misterioso mundo del inconsciente colectivo”.

En El Lenguaje sagrado de los símbolos, Jesús Callejo explica: “El laberinto clásico suele tener tres o siete círculos, en todo caso un número impar. Es más que probable que ciertos templos iniciáticos se construyeran de este modo por razones que sólo conocían los sumos sacerdotes, pero que sin duda tendría que ver con la búsqueda espiritual, con la muerte y el renacimiento, sorteado el adepto o neófito diferentes pruebas en el camino. El más conocido es el que está situado en el suelo de la catedral de Chartres, en París, un circuito de once vueltas que conduce siempre hacia el centro. Hasta se creía que habían sido diseñados para que los demonios entrasen en él, se perdiesen en sus vericuetos y nunca más pudieran salir”.

Según Waldemar Fenn, “ciertas representaciones de laberintos circulares o elípticos, de grabados prehistóricos, como los de Peña de Mogor, en Pontevedra, han sido interpretadas como diagramas del cielo, es decir, como imágenes del movimiento de los astros”.

* Baccio Baldini, Teseo y Ariadna al lado del laberinto de Creta, 1460-1470.

2 comentarios

volandovengo -

Te lo agradezco, Rossy, como si me hubiera gustado. Esa forma de poetizar no me seduce, aunque la respeto. Te agradezco sobre todo que leas este blog y que me vuelvas a comentar.

Rossy -

Un regalo de un poema bellísimo sobre el laberinto, deseo lo adores pues maravillarte seguro que es así.

El laberinto sin salida

Mi alma pide siempre ayuda
pero en verdad no se que pasara
que en mi corazón surge la duda

Tengo un sentimiento muerto
con amores los quiero despertar
pero siempre fallo en mi intento

En mi cuerpo ya no tengo venas
solo siento que en mi recorre
la soledad de mis largas penas

En mis ojos vive el tormento
de tener que ver tú imagen
en cualquier lugar y momento

Eso ya no es poder vivir
eso es ya no existir
el amor no lo puedo fingir

Que en verdad no lo entiendes
que en ti nunca has sentido
un dolor cuando a alguien especial pierdes

Quiero abandonar todo
para vivir de otro modo
aunque en mí alrededor solo vea el lodo

Me pregunto porque te conocí
y mucho más me pregunto
porque de mi vida te perdí

Antes vivía de las fantasías
pero ahora cuando duermo
solo en mi encuentro pesadillas

Quiero encontrar la escapatoria
pero los recuerdos no me lo permiten
por que ellos aun te adoran

En mi solo existe un pasado
ya no se que hacer
que estas conmigo en todo lado

Mis ojos por ti no paran de llorar
tú que me conoces bien
dime que hago para poderte olvidar

Siento un nudo en mi garganta
en mi corazón no siento nada
porque tu estancia le falta

En mí siempre formaste un mundo
pero todo en mi se acabo
porque en el dolor me hundo

Todo lo que en nuestro amor creció
cuando fue tú partida
contigo todo aquello desapareció

Fue como un acto de magia
en lo cual los versos tan bonitos
ya no se escriben en mi página

Solo existen páginas empapadas
en gotas se solo son saladas
dime en donde se quedo nuestro cuento de hadas

En ti me siento prisionero
pero sin pensar te diré
que eso es lo que más quiero

Este sentimiento jamás me podrá engañar
tú sabes mis momentos más hermosos
eran cuando nuestras vidas las podíamos juntar

Formabas en mí la persona más segura
nuestras vidas se hacían mucho fáciles
con solo sentir en mi tú tierna figura

Mis sueños ya no tienen futuro
todo lo siento sin equilibrio
porque tú muerte fue algo muy duro.


Lee todo en: Poema El laberinto sin salida, de EDDY (R.D.), en Poemas del Alma