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volandovengo

¡Arza, Tomaza!

¡Arza, Tomaza!

Flamenco Viene del Sur. Así canta Jerez

Con toda la gracia, los palmeros de Tomasa Guerrero, La Macanita, (El Chicharro y El Macano),  no dejaban de jalear, como parte inherente a la fiesta. Con su acento gaditano, arropaban a una jerezana que fue creciendo con la noche. Puede que sea la primera vez que la viera tan segura y tan a gusto ajena a su tierra que, como pájaro enjaulado, no cantara como cantase.

Empezó con algo de timidez (si se puede tildar con este adjetivo a quien lleva más de cuarenta años alzándose a un escenario). Su cante es previsible y numerado, el ambiente y su estado de ánimo es lo que cambia. Los palmeros, como digo, y sobre todo la guitarra limpia y sin fisuras de Manuel Valencia, en vez de los habituales Morao o Parrilla, dieron la confianza suficiente para sentirse hogareña.

Los tientos-tangos son de su dominio y gloria. Su poderosa presencia, el aguardiente en su voz, el evidente sentido del compás y la galanura de su potente garganta hicieron el resto. Porque La Macanita es lo que es, lo que vemos, lo que esperamos. Es de esas gitanas imprescindibles que hacen del flamenco que sea como lo entendemos.

Un remanso de paz y de quejío es la soleá. Esa soleá que se canta en Jerez, llena de pellizco y de intrínsecos oles que no descansan, pues la cantaora liga los tercios como en un corrido. Es su manera.

“Y ahora tengo flores en la ventana y una nueva vida que me llama, tengo brillo en la mirada”, es el estribillo de unas bulerías emocionadas (Volver a verte), que le escribiera Fernando Terremoto, con las que comienza el disco Sólo por eso (2009).

Los palmeros se ausentan brevemente cuando se recrea en la malagueña de Manuel Torre, con una generosa aportación de la sonanta, pues tornan rápidamente al compás de las alegrías que van presagiando el final del concierto.

De pie, como mandan los cánones, suenan las bulerías, que son generosas, preñadas de cuplé, abandonos puntuales del micrófono, que no desmerecen, y graciosas incursiones en la danza, a modo de Paquera o de Lola. La bulería es ‘patrimonio’ de su tierra y con ella nos quedamos y proseguimos con un fin de fiestas donde sus tres acompañantes por orden se dan una pataílla.

* Fotografía: deflamenco.com©.

3 comentarios

volandovengo -

Gracias doble, amigos de Contradanza.