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Con el alma en las manos

Con el alma en las manos

Presentación del disco Sentimiento de Miguel Soler

Hay quien se desnuda en público sin ser un exhibicionista. Hay quien cuenta sus verdades con el alma en las manos. El tiempo, entonces, no sigue siendo como hasta ahora; cuenta con un nuevo desgarro que quizá nos identifica y, en todo caso, nos remueve el corazón.

Sentimiento, el disco que presentó Miguel Soler el viernes, en el teatro de Isidoro Maíquez, no esconde nada; es, como anuncia, puro sentimiento; representa un puñado de amor sincero que desborda su voz y se expanden desde su piano a través de las yemas de sus dedos.

María Martín Romero, Coordinadora Provincial del Área de la Mujer de Izquierda Unida, fue la encargada de abrir la noche, presentando al artista y leyendo unas palabras que, para la ocasión, compuso la poeta Mercedes Elorza, haciendo alusión a la ‘verdad’ del cantor (el grito herido si herida estalla / y el vuelo ensimismado de su canto) y la reciprocidad con quien lo escucha.

Ocho temas propios, interpretados a piano y voz, abren el disco e inauguran la noche. Ocho verdades tan sencillas como la luna, tan profundas como la luna. Sólo los títulos de este racimo de cantes, Abrázame, Seguramente Samantha, Llora la aurora, Sin nada a cambio, Cambio, Sinceramente, Las musas del verso, La luz de Nuria y La fuente del corazón, manifiestan la intimidad del trabajo.

Lo demás es gozo. Gozo de ver a un hombre sensible trasmitiendo su anhelo, gozo de escuchar un piano acertado que vibra con sus manos, gozo de melodías intemporales, gozo de una voz potente y dulce, franca y flamenca en los quejíos, en los silencios y en el espíritu que trasciende.

La segunda parte está dedicada a canciones prestadas. Al igual que dona sus palabras, se apodera de los decires de otros autores, que son también sentimiento y los hace suyos, alargando los tercios, ralentizando el tempo, recreándose en la coda final repetida hasta las lágrimas; acompañadas por las guitarras precisas y eminentemente flamencas de Miguel Ángel Corral y de su hermano Rafael Soler, que fueron en sí mismas otro espectáculo, otra pasión.

A capela comenzó este tiempo con El breve espacio en que no estás, de Pablo Milanés, que inauguró una nueva vuelta de tuerca en la velada.

Para el Romance de Curro El Palmo, de J. Manuel Serrat, requiere la compañía de Juan Trova, su primer invitado. ¡Estremecedora!

Siguen Las simples cosas, de Armando Tejada y César Isella, y Contigo aprendí, de Armando Manzanero, con Ángela Muro, su segunda invitada, que interviene también en el disco, con un feeling especial.

Con Veinte años, de Guillermina Armburu y algunas composiciones de trabajos anteriores, se anuncia el final, que llega de la mano de Federico García Lorca y El pequeño vals vienés, musicado por Leonard Cohen y aflamencado por Enrique Morente.

Unos cuantos fandangos de Huelva, de libre interpretación, y otro de sus temas tradicionales, sirvieron de bises para cerrar una noche cargada de sensaciones.

2 comentarios

volandovengo -

Gracias, María Angustias, creo que el calor lo pusimos entre todos.

maría angustias -

Fantástica velada, fantástica crónica. Como siempre. Gracias Jorge.