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volandovengo

Epítetos

Epítetos

Al lado de mi calle hay otra calle. O sea, mi calle desemboca en otra, algo más grande. Al abandonar mi calle y al entrar en la otra calle, a la izquierda, la práctica totalidad de los buzones se identifican como tales. Son buzones preciosistas, como de loza, de Fajalauza granadina, con una gran abertura para las cartas y una palabra bien grande bajo esta ranura que dice "BUZÓN".

Es innecesario, quizás tan sólo decorativo, pero redundar en la evidencia se me antoja vano y de una visceral simpleza.

Como si en el parque pusieran "banco" al banco, "estatua" a la estatua, "fuente" a la fuente o "árbol" al árbol.

Servirían, no obstante, para reforzar al niño que está aprendiendo a leer.

No son epítetos realmente. Pues el epíteto (el epíteto constante, para ser certeros) es un adjetivo o participio que resalta las características intrínsecas de un sustantivo, no añade ninguna información suplementaria a la del sustantivo con el cual concuerda. Así, la nieve blanca, el acero frío o el flan blando (como decía mi padre: cuando le traían un flan que temblaba en el plato, preguntaba con sonrisa guasona si estaba blando).

Creo que era Alfonso Ussía quien denunciaba a esos comensales que alababan el marisco, diciendo, por ejemplo: "Estas gambas están exquisitas", dando por sentado que, las gambas o cualquier otro fruto marino, debe estar bueno. O sea, el comentario está de más, es innecesario, es una ordinariez, me parece que lo calificaba el agudo conservador.

El epíteto es característico del idealismo platónico renacentista. Garcilaso de la Vega escribía:

Por ti la verde hierba, el fresco viento
el blanco lirio y colorada rosa
y dulce primavera me agradaba.

* FOTO: "Exquisitas gambas".

8 comentarios

volandovengo -

Ratoncillo, cuando el calificativo es extraordinario: "la hierba amarilla", aportas un dato interesante (hace calor, está seca, es verano, etc.), pero si dices "el carbón negro", el que lo lea puede preguntarse ¿y de qué color quieres que sea?
De todas formas, el epíteto está reconocido y muchas de nuestras autoridades literarias lo utilizan. Pero a mí me sigue gustando la poesía japonesa.

ratoncillo bibliotecus -

Discrepo: la hierba puede no ser verde, el viento puede no ser fresco, el lirio puede no ser blanco y la rosa puede no ser colorada.

El Pinar -

Jaja Patón ,pareces mi profesor de Lengua.

Bueno,entiendo que para los que os dedicáis a escribir sea una redundancia, no para mí que escribo en un cuarderno; pero le haré caso a volandovengo.

Neopatón -

Pinar, porque si la nieve es amarilla, tiene sentido poner el adjetivo. Pero si es blanca... no aporta y hace redundante el texto...

El Pinar -

Pues yo no entiendo porque decías que hay que prescindir de ellos.

volandovengo -

Los adjetivos son necesarios, pero hay algunos que se emplean como coletillas que son muy cargantes y afean el texto engordándolo innecesariamente. Es trabajoso, como decís, prescindir de ellos, pero pero es necesario liberarse de ellos, como el globo suelta lastre para poder seguir subiendo. Hay que escribir con porosidad, con aire entre las palabras, por bien de nuestra obra y sobre todo de nuestros lectores. Hay que tender hacia la "poesía desnuda", como clamaba Juan Ramón Jiménez.

Conpatines -

Yo, pobre de mi en mis catas redactadas, no es que abuse, es que me he dado cuenta de que solo escribo eso. Y no sabría hacerlo de otra forma.
Me encanta todo lo que publicas últimamente, de los tres últimos, no sabría elegir. En fin un besico

Neopatón -

Es verdad que muchas veces abusamos de esos recursos fallidos para adornar nuestros escritos. Hay que estar más vigilantes con ello, que es fácil dejarse llevar.