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volandovengo

Reciclaje

Reciclaje

La televisión en mi infancia y adolescencia, por suerte, era limitada por voluntad propia, pues nunca llegó a sustituir lo que realmente tenía interés para mí, que eran los libros, los lápices de colores, los amigos y la montaña (no necesariamente en ese orden). La tele era la alternativa para el vacío extremo. De todas formas hubo, hay y habrá dentro de su programación ofertas que copan mis cinco sentidos hasta lo indecible, hasta el punto de enrarecer mi carácter si no televidencio (permítaseme el reflexivo) el programa elegido.

En aquellos años (70) en que teníamos una única televisión en blanco y negro que ni siquiera cubría todas las horas del día (podíamos ver la genial "carta de ajuste", con música clásica de fondo, antes de que se empezara a emitir), un programa de variedades para toda la familia ocupaba una de las noches de la semana (normalmente el viernes o el sábado). No sé si fue en "El hotel de las mil y una estrellas" o fue en "Sumarísimo" donde vi una actuación de Fernando Esteso (espeso, diríamos a la larga).

Esteso era uno de nuestros graciosos, junto con Pajares o los veteranos Tip y Coll, como hoy pueden ser Los Morancos o Cruz y Raya. En su actuación (algunos se acordarán) hacía de pregonero castizo de un pueblo que, con una corneta, iba enunciando los puntos de su pregón. Una de esas cláusulas ("cápsulas" decía él), y es a lo que me vengo a referir, literalmente advertía:

"Por orden del señor alcalde, se hace saber, que se va a poner un buzón nuevo en la plaza del pueblo, pues el que había ya está lleno".

Lo mismo podríamos decir —al menos por mi zona— de los contenedores de reciclaje. El cubo del papel rebosa. Cuando nos acercamos, después de haber recogido durante semanas dos paquetes enormes de celulosa, después de haberlos cargado como acémilas, después de haber recorrido la distancia que nos separa de nuestro destino cívico, resulta que o nos tenemos que volver a casa con nuestra prensa caducada o apiñarla como podemos encima de los montones de papel y cartón que han dejado encima del contenedor. Optamos normalmente por la segunda opción —nuestra voluntad ecológica tiene un límite— y rogamos porque no llueva y que recojan pronto el abarrotado cajón y los daños colaterales que minan su alrededor. Rogamos también, para que a un graciosillo, un desaprensivo, (un genízaro, diría yo) no se le ocurra prenderle graciosamente fuego a la pira que se destina, muy en el fondo, a salvar nuestros árboles.

Lo mismo pasa con la ropa, con el plástico, con el vídrio... ¿Alguién ha visto receptores de aceite doméstico usado?

Es para pensarse si aguantar como hasta ahora lo hemos hecho, si esperar al camión recogedor y darle nuestros desperdicios acumulados, si denunciar el caso o tirar la toalla y abandonar definitivamente nuestro síndrome de Diógenes.

3 comentarios

saraaaaaa -

separa recicla no seas gandul el vidrio para el verde ..el papel pa` el azul ..
si no quieres bañarte entre vasos flotantes ..usa las papeleras .. ellas son importantes !!

volandovengo -

Yo tengo fe en que se recicle. Aunque, por lo que tengo entendido, parte de ese papel va a reciclarse en Francia o Alemania, porque aquí faltan plantas de reciclaje. O sea, somos de los europeos que más reciclamos, pero donde menos se recicla. ¿Contradicción? ¿Españolismo? Los caminos de El Quijote son inescrutables.

Hueso -

Y, lo que es peor... ¿estamos seguros de que luego, ese material acumulado, se lleva efectivamente a reciclar? ¿Alguien lo ha comprobado empíricamente? El gordo Moore, en una de sus pelis, decía que siguió al camión del papel... y acabaron en el vertedero habitual.