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volandovengo

Granaínos

Mejor "granaínos" que "granadinos" que suena a refresco o a gominola.

Siempre me han reventado las generalizaciones. Los ingleses son puntuales, los españoles tienen la nariz y las ojejas muy grandes, los indios caminan en fila... Habrá ingleses tardones, españoles sin orejas (Dalí decía que "la mujer elegante no tiene nariz") e indios que no guarden la fila ni para cobrar la pensión. Me fastidian sobre todo las generalidades de los hombres y de las mujeres. Cada cual es como es; de su padre y de su madre; y, gracias al cielo, irrepetible. (Algún día hablaré del cielo y del infierno.)

Nada hay tan falso como la pretención del dicho de que todos somos iguales. Y una eme así de gorda; todos somos diferentes, distintos y por suerte bien distintos. Quien quiera ser como éste o cómo aquél es un papanatas. Ya nos invadirán los clones cuando se levante la veda.

Los granaínos, dicen, decimos, tienen mala follá. Hay tantos mala follá como granaínos, como españoles, como humanos... Aunque su manifestación, nuestra manifestación, es evidente. ¿Lo dará el clima, el ambiente, la herencia? A uno de los camareros del bar Aliatar en el Albaycín, famoso por sus tapas de moluscos testáceos, un turista, después de pedir una ración, le pregunta cuántos caracoles entran en el plato. Detrás de la barra, sin inmutarse ni para bien ni para mal, el camarero responde simplemente: "no los he contado". ¿Es eso mala follá? ¿Es gracioso? ¿Es ofensivo? ¿Todos los granaínos son así?

Tierra del chavico, también dicen. Agarrados y peseteros (dentro de poco no se entenderá esta palabra). El otro día comí fuera. En un local conocido, del que he sido asiduo parroquiano. El restaurador se alegra de verme, me palmea la espalda y me recomienda lo qué comer. Buena comida, buen servicio, buen precio. Pero, tras el café, al pedir la cuenta, graciosamete le pido a mi amigo un chupito de orujo. ¡Al momento, caballero! Pero la copa y la cuenta me la trae una empleada. Cuarenta euros justos más uno setenta y cinco del digestivo. Es decir, que pagué para no volver hasta que se me olvide. ¿Es eso mala follá? ¿Lo suyo o lo mío? ¿Somos iguales? ¿No debería haberme cobrado el vasito? ¿Debo apencar por no haber esperado que él me lo ofreciera? (Se me ocurren cien preguntas más pero lo voy a dejar así.)

8 comentarios

volandovengo -

Lo que yo digo "peseteros" mi suegra les dice "tiradores del trigo y recogedores de la mierda".
Dan ganas de unirse al botellón.

Hueso -

¿Confianzas que dan asco? A veces puede pasar, que de tener confianza se pase al compadreo mal entendido y de ahí, al abuso.

Pero sigue siendo, en ese caso, un ejemplo de mala profesionalidad.

primo -

No sé que pasa pero cuando uno llega a considerarse habitual de un local, y va de forma regular, llega un momento, antes o después, en que pasa exactamente lo que te ha pasado. Y vuelta a empezar...

Hueso -

Ergo, que le den morcilla al señor restaurador. Como dices, al menos, hasta que se te olvide. Y que luego no salgan con la excusa de que el camerero no sabía... si no sabía, que le enseñen.

volandovengo -

Así me sentí yo.

Hueso -

Pero que te lo cobren en la ensalada y en el chuletón, no a parte.

Eso de cobrar el chupito es como decirte: "Creías que éramos amigos y que he sido simpático contigo por tu puta cara? Y una mierda. Págame cabrón".

Un poco exagerado, pero es lo que se siente.

Que te cobran las sonrisas. Entonces te queda complejo de capullo.

volandovengo -

Lo que más valoro en un local es el servicio, la atención, el detalle, como dices, amigo Hueso, aunque te lo cobren por otro lado, aunque sea para ganar una clientela incondicional.

Hueso -

Es problema de esos restauradores que, sencillamente, tienen una visión comercial propia del siglo XIX. El problema no es tuyo, Jorge, es suyo.

El detalle. Ése es el concepto. Y hay quienes no se enteran.

Cuando vas a un MacDonalds sabes exactamente lo que vas a encontrar, sonrisas incluidas.

A veces, en las tabernas de las de toda la vida, apetecería la sonrisa MacDonalds aunqye fuera.