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Algo más sobre el plagio

Algo más sobre el plagio

De tiempo en tiempo nos asalta la polémica, el descaro de un plagio al pie de la letra. Han sido muchos. Últimamente la patata está sobre el tejado de Lucía Etxebarría y su libro "Lazarillo de Tormes", en el que además del título, Rafael Reig acusa a la autora en "El cultural" de El Mundo, de copiar Saúl ante Samuel, de Juan Benet (noticia de la que hace eco Enrique Ortiz en su blog). Una cosa es la recreación y otra es la fotocopia.

Muchos han sido  merecidamene acusados de plagio (como Ana Rosa Quintana que, curiosamente, prologa el libro de Etxebarría)  o falsamente, por ejemplo, sin fundamento alguno, Vladimir Nabokov y su Lol¡ta, obra cumbre de la literatura universal y todo un mito de sensualidad y transgresión.

El notas en cuestión es un tal Heinz von Lichberg que a principios del siglo XX escribió un cuentecito de una adolescente afortunadamente llamada Lolita. Aparte de estos dos datos: la condición de 'adolescente' y el nombre de 'Lolita' no hay ningún parecido con la obra maestra que escribió Navokov en 1955. (Parece que 'Lolita' es un nombre la mar de sugerente para los alemanes y otros paisanajes.)

El mayor acierto de este cuentecito, de la editorial Funambulista, además de ser tan sólo curioso, es que está prologado por Rosa Montero que, más que nada, se dedica a desmontar la trama plagística en la que algún crítico teutón, algo descerebrado, quiere envolver al escritor americano, de origen ruso.

Os dejo con un estracto de este preliminar de la autora de Historia del rey transparente:

"En realidad todos los temas ya están escritos centenares de veces, todos escribimos desde lo que hemos heredado, leído, conocido, y el reto está en volver a nombrar el mismo mundo con palabras y emociones tan distintas que lo recreen como si fuera nuevo. La valía de un autor se mide precisamente por esa capacidad de regeneración y de reinvención (...). El auténtico plagio, en fin, consiste en imitar ciegamente los recursos estilísticos de un autor, el diseño y la peripecia exacta de algún personaje o alguna escena, por el mero hecho de copiar, sin añadir nada nuevo, sin ningún afán de renombrar el mundo. Porque es en ese esfuerzo por iluminar tinieblas nunca antes transitadas en donde se reconoce al verdadero escritor. De hecho, la historia de la literatura está llena de novelas muy parecidas (...) y que, pese a una innegable influencia, han sido construidas con tanta potencia creativa, con un mundo propio tan evidente, que a la postre son obras completamente distintas. Como, por ejemplo, Madame Bovary, de Flaubert, y La Regenta, de Clarín. Sin duda Clarín leyó y asimiló la novela de Flaubert, la hizo propia, la convirtió en su carne, como todos hacemos con nuestras lecturas; pero a partir de ahí creó su Ana Ozores viva y coleando, y consiguió escribir una novela espléndida".

Llama la atención que los escritores más creativos son los que más infuencias se atribuyen. Borges decía que en El Quijote todo estaba escrito. 

Si queremos de verdad rastrear las huellas de Lolita, debemos buscar en una novelita, "El hechicero", que escribió Nabokov en los años 20, pero que no llegó a publicarse hasta transcurridos diez años de la muerte. Aquí está el germen de la joven nínfula y la posible paidofilia de un caballero acomodado y no en otro lugar.

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