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El peluquero de Morente

El peluquero de Morente

Sacromonte Cuna de Flamencos

El barbero de Picasso

Nunca vi el documental de Barrachina. Nunca me atreví a ver El barbero de Picasso, hasta ayer que la proyectaron en el Sacromonte en el ciclo dedicado a Morente, donde lloré y reí a partes iguales.

No soy experto en cine y no puedo juzgar la película. Pienso que como documento es impagable, que todo aficionado al flamenco en general, y al cante de Enrique en particular, tiene que conocer.

Hubo quien a la salida criticó el resultado de la cinta por considerarla localista y en zapatillas, que se quedaba con los momentos musicales. Pensé, y a alguien se lo dije, que a mí no se me ocurría meterme en un congreso de dentistas.

Pero por qué el barbero. Cuando Picasso llegó a París buscó un español que le cortara el pelo. Eugenio Arias, quien terminó por considerar al artista malagueño como a un padre, no quiso cobrarle, tan sólo en obra, convirtiéndose así en uno de los máximos coleccionistas picasianos.

A Morente le sedujo la historia. Ya había grabado en 2008 Pablo de Málaga con textos del pintor. Con ganas de seguir profundizando en su obra, quiso descubrir el Guernica, y tumbarse a sus pies, y entender su simbolismo genocida, y cantarle en su mismo lenguaje.

No sé si fue antes el huevo o la gallina. Se proyectó un documental que acabó poco antes de su muerte. En él participan: su compañera, Aurora Carbonell; sus hijos, Estrella, Soleá y José Enrique; el barbero Arias; otros acompañantes; y sus músicos.

El filme está grabado en Granada, Madrid, Buitrago del Lozoya, Barcelona y Londres. Resulta que el grueso de la grabación iba a ser en Buitrago, a 75 km. de Madrid, pero empezó a llover a mares (en la cinta se ve) y Enrique ofreció su casa y su ambiente, su ciudad y sus rincones para seguir grabando. En el Bañuelo descubrimos a Soleá cantando Palabras para Julia y a Estrella cantando Señorita por bulerías y a Kiki templado por soleares. Y en Barcelona escuchamos cortes apoteósicos de su último concierto, como las alegrías o Adiós Málaga, que compuso el mismo Enrique acordándose de la tierra de Picasso y de sus grandes hombres (canción que la ciudad de Málaga ha hecho patrimonio).

También se nos escapan las manos en los tangos y los oles en la malagueña de Chacón. Y nos estremece hasta la médula El ángel caído de Antonio Vega, junto al pianista de jazz Federico Lechner, que, cuentan, estuvo meses buscando un piano con el que, sin apenas ensayar, hilvanaron esa obra de arte.

El barbero es sólo una excusa para hablar de Morente con Morente, para dar gracias a la vida por este granadino inmenso y visionario (no en el sentido esotérico del término, sino en el aspecto vanguardista del que hace ir por delante de su tiempo, aunque Enrique decía que lo que estaba haciendo es lo que quería haber hecho hacía diez años).

Eugenio Arias, ofrece sus testimonios y vivifica el documental con un nexo latente. Pero son su familia, que lo admira, quien habla de él; y es Morente mismo el que expone sus cartas paseando por el Albaicín; o tomándose una cerveza en lo de la Porrona, en Plaza Larga; o diciendo verdades como puños con esas ocurrencias tan rápidas como magistrales…

Aprendemos cosas tan trascendentales como cotidianas. Nos descubre tanto su forma de crear, como que es su mujer quien le corta el pelo.

* Aspecto del cine del Museo-Cuevas del Sacromonte (Juan Güeto©).

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