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volandovengo

El frío en Granada

El frío en Granada

Recuerdo los días ateridos de mi infancia. Recuerdo que en casa de mis abuelos, lindando con el río Darro, se recogían las sábanas como cartones helados mientras se secaban en el patio. Recuerdo las paredes de nieve subiendo a la Sierra. Recuerdo los sabañones en los dedos de las manos y de los pies y en los lóbulos de las orejas, incluso. Recuerdo las continuas vaharadas en las conversaciones con tus amigos. Recuerdo los guantes, el pasamontañas, la bufanda y los leotardos para ir al cole. Recuerdo el hielo en los charcos, la nariz goteando y los pies como témpanos. Recuerdo la escarcha en los coches, los tejados blancos y los chupones en los aleros. Recuerdo cuando no había escuela por tiempo extremo. Recuerdo hogueras en las calles y castañas asadas y también las patatas, que aquí llamamos perdices. Recuerdo que se salaban las calles para paliar la helada, llena de resbalones y accidentes. Recuerdo la cama fría y la bolsa de agua caliente y los ramones crepitando en la chimenea, que le prestaba ascuas al brasero. Recuerdo cuando Granada alcanzaba las mínimas.

Estos últimos días, sin ser tan extremos, me han recordado esos tiempos de tiritones y me ha venido al pensamiento un poema que escribió en 1123 el poeta Ben Sara de Santaren cuando llegó a Granada un invierno procedente de la taifa aftasí de Badajoz y quedó tan impresionado por las gélidas temperaturas al pie de Sierra Nevada (Shulayr), que compuso El frío en Granada:

     En esta tierra se puede dejar de hacer la
oración y hasta beber vino, aunque sea cosa
prohibida,
     para poder ganar el fuego del infierno,
que siempre será más dulce y agradable que
el frío de Sierra Nevada.
     Cuando sopla el viento del norte, ¡qué
felicidad para el creyente hacerse acreedor
al infierno!
     Y añadiré, sin poner exageración en mis
palabras, lo que ya ha dicho antes que yo
otro poeta:
     Si mi Señor me arroja al infierno,
en un día como hoy, me parecerá
delicioso.

3 comentarios

volandovengo -

Jesús, Ben Sara no era el único que en la época le cantaba al vino y a la transgresión religiosa.
Carmen, en Groenlandia, me contó una vez un jesuita, con las primeros misioneros, todos los esquimales querían ir al infierno.

Carmen K. -

Para los budistas el paraíso es el calor... debe ser porque aún no conocen el calor mesetario, el calor continental en verano.

Salud, para disfrutar de la Vida. En invierno, en verano y en el resto de las estaciones.

erizo y 1/4 -

Audaces palabras las de Ben Sara. me pregunto si no las leería algún alfaquí intransigente y terminarían por costarle caras- Saludos.