Fresco por fuera y fresco por dentro
Sacromonte cuna de flamencos
Tremenda la banda. El viernes dio comienzo el ciclo más fresco del verano. En lo alto de Valparaíso, subiendo el Barranco de los Negros, se encuentra el Museo-Cuevas del Sacromonte, donde todos los años por estas fechas, hasta principios de septiembre, avalados por la Diputación de Granada, se oferta un flamenco de raíz, acompañado por la luna y por los grillos y por las ranas (que no siempre croan a compás). Las mejoras año tras año son evidentes pero arrastradas hasta este momento. La buena salud de una buena propuesta viene a refrescar doblemente a los parroquianos. El flamenco da un paso más y se hace mestizo, como en su origen. El flamenco es pura fusión y descansa con las ventanas abiertas. Es un acierto empatar el flamenco y el jazz en un mismo escenario; con un mismo octeto; con un sentimiento común.
El flamenco tiene sus fieles, que están abastecidos con creces de ofertas paralelas. Era necesario buscarle un hueco a otros anhelos que alternasen la demanda. Así se renueva Sacromonte cuna de flamencos. Así el público, diverso y disperso, responde alegremente a estos nuevos reclamos.
Como logros puntuales del espacio que nos ocupa, como decimos, en primer lugar destaca la apuesta alternativa en el programa, seguido de una ajustada sonorización más que notable (sorprendentemente con el mismo equipo que el pasado año).
Sergio Pamies es un pianista inspirado, a medio camino entre el flamenco y el jazz, que compone la mayoría de sus temas, tanto la música como la letra (aunque el verso a veces forzado y algo simplista desmerece la ejecución). Se rodea de un equipo de jazzistas y flamencos por igual que aportan su saber. Pero el flamenco es flamenco y el jazz es jazz. Nada de híbridos sin cabeza que más que funden confunden. El piano es el nexo de unión entre estas dos músicas. Es más, Pamies lleva todo el peso armónico de la sesión, concediendo protagonismos virtuosos al resto de sus componentes.
La primera prueba de ello lo tenemos en Borrachito, un habanero por bulerías, donde el piano lleva todo el peso armónico y tan sólo se deja arropar por el contrabajo de Marco Lohikari, la batería de Gonzalo del Val, la percusión de Miguel ‘El Cheyenne’ y Benjamín Santiago ‘El Moreno’ y las voces de Sergio Gómez ‘El Colorao’ y José Cortés ‘El Pirata’, que pulen el brillo que destila.
Para el segundo tema, Ask Me Now, del pianista estadounidense Thelonious Monk, Sergio se deja impregnar por el aire de tangos y se hace acompañar de excelentes vientos: el saxo de Víctor de Diego y la trompeta del granadino Julián Sánchez, que plantean alternancia de solos con gran acierto, que será tónica general de la velada.
1312 Kendolpm Drive es el domicilio de Pamies en Nueva York, que le da título a una soleá bien hilvanada donde las voces de los cantaores alcanzan breve protagonismo ligando los tercios a favor del desarrollo musical.
Por tanguillos (Isfahan) se da paso al intermedio. Como su maestro Diego Amador, nuestro teclista convierte el piano también en un instrumento de cuerda y se introduce por Cádiz rasgando las tripas de la cola descubierta.
Comienza el segundo pase con las Alegrías de la Paquita, una deuda con su madre, una propuesta sentida y redonda que, según dicen, humedeció los ojos de su progenitora, allí presente. Del buen conseguido Fandango in Boskovice se da paso al tema más libre de la noche, Yes or No, del saxofonista Wayne Shorter, por bulerías, donde cada interprete, empezando por los dos percusionistas, desarrolla un espontáneo solo. Es donde nos damos cuenta que la improvisación jazzística ha planeado durante todo el concierto, que ha servido de ensayo general para la grabación de un disco inminente.
Como no podía ser menos, un regalo en forma de bolero, Cuando dos personas bailan, con la magistral interpretación de Sergio Gómez, puso la guinda a una noche tan sorprendente como esperada. Un buen comienzo para este ciclo cargado de promesas.
* FOTO: Lucía Rivas ©.
4 comentarios
volandovengo -
Sergio -
volandovengo -
Lara Cano -
Al final ayer no nos volvimos a ver. La noche estuvo muy bien y, como comentaste, se manisfestó en tranquilidad en el escenario el hecho de que estuviera en su tierra. Con ganas espero tu reseña, Jorge.