El fuerte protege al débil
El honor del caballero descansaba en su divisa. Su voto no era más que proteger al débil contra la opresión, contra el acoso, contra la violencia desmedida. Un niño, la dama desamparada, el pobre campesino… Su fin y su objeto estaban claros. Pertenecería al bando perdedor, reforzaría la flaqueza con la fuerza de su brazo, con el ánimo de su espíritu.
Cierto día, en batalla desigual, apostó por la facción desfallecida con tal ardor que pronto los vencidos pasaron a ir venciendo.
El caballero, vislumbrando esta ventaja, cambió de bando cual veleta se deja arrastrar por el capricho de vientos adversos. Su lanza sin remedio, pues era poderosa, volvió a voltear la suerte, e inmediatamente regresó a su grupo original haciéndoles cobrar nueva preeminencia.
Después de un buen rato inclinándose por la pobreza desvalida en que cambiaba la gloria a la par que mudaba su color y su enseña, quedó solo como contrincante de ambos ejércitos y como único laureado.
Una lógica extrema le impulso a desabrochar su armadura, a desprenderse de su yelmo y de su cota de malla. Apoyó su empuñadura acerada en el suelo y se abrazó a ella quitándose la vida culminando así la justicia definida.
6 comentarios
volandovengo -
Kpicúa -
volandovengo -
n0n0 -
Oooommmmm
volandovengo -
erizo y 1/4 -