Pecado de tolerancia
En su segunda acepción, el diccionario de la Real Academia Española, define tolerancia como el “respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”. Así que, se mire por donde se mire, esta práctica o actitud (por llamarla de una forma) es loable. Dentro de la educación en valores, un punto imprescindible es la observación de la tolerancia.
Pero esa tolerancia corre el riesgo de ser acomodada. Respetamos lo diferente por no complicarnos la vida. Nos convertimos en conformistas; nos dejamos llevar como cantos rodados en un río.
Somos tolerantes con otros puntos de vista, con otros modos y otros colores con los que no comulgamos. Con lo bueno y lo malo. Y nos acomodamos igualmente al día a día, a lo establecido, al sistema, a la corriente… simplemente porque pertenecemos a ella.
León Tolstoi, en Resurrección (1899), lo explica así:
“Uno se asombra al ver cómo los ladrones se enorgullecen de su destreza; las prostitutas, de su corrupción; los asesinos, de su crueldad. Pero uno se asombra solamente porque, siendo limitada la especie de aquéllos, el círculo y la atmósfera de los mismos se encuentran fuera de los nuestros. Y a nosotros no nos asombra, por ejemplo, ver a ricos enorgullecerse de su riqueza, es decir, de su robo y de sus defraudaciones; a los jefes del Ejército, enorgullecerse de su victoria, es decir, del asesinato; a los soberanos, enorgullecerse de su poder, es decir, de su violencia y de su crueldad. No notamos en estos hombres su equivocada concepción de la vida, del bien y del mal, concepto que deforman con vistas solamente a justificar su situación. No lo notamos porque el círculo de estos hombres es grande y porque nosotros formamos parte de él”.
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volandovengo -
erizo y 1/4 -