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volandovengo

La soledad

La soledad

José Expósito despierta de su cogorza habitual y continúa bebiendo para aligerar la resaca. Después del ataque de filoxera en 1890, el cortijo del Portuguillo, el de la cuba de las mil arrobas, en la Alpujarra granadina, había quedado desierto. Tan sólo él y su soledad habitaban lo que en su tiempo fue una algarabía de actividad sin conocer apenas el freno. La noche es desapacible. El mosto sin embargo engaña la inestabilidad y las tinieblas. Del relámpago al trueno apenas pasan unos segundos, lo que indica que la tormenta está encima. Un ruido en el exterior hace levantarse al bodeguero. Nada grave. Posiblemente se había soltado la puerta de la empalizada. Habría que volver ajustarla no fuera a ser que se escapara la acémila o entraran cimarrones. José coge un farol y, dando trompicones, se aventura en la noche lluviosa. La oscuridad y la capelina para evitar el aguacero desvían su camino. Cerca de la barranquera pierde el pie y se precipita sobre una gran losa que estalla el fanal y abre su cabeza. Cuando vuelve en sí, más sereno que nunca, con labios de sangre en la nuca, el silencio parece inmenso, casi tan grande como su soledad. Se incorpora lentamente, camina con pies de barro hasta la sala de las mil arrobas y, sobre una viga, advierte su propio cuerpo sin vida balanceándose. Hay soledades que sereno no pueden soportarse.

Cuento ganador del Primer Concurso de Microrrelatos de la enoteca Di Vino, sobre el vino y Granada (abril de 2013).

7 comentarios

volandovengo -

Gracias, Amparo. Siempre es una tranquilidad saber que estás ahí.

Amparo -

Me ha encantado el cuento.
Enhorabuena por tu premio.
Un abrazo Jorge.

volandovengo -

Gracias, María Angustias. Gracias de nuevo tu opinión, Galo. Agradezco esa sinceridad y sus objeciones, que tendré en cuenta cuando me plantee un nuevo relato.

Galo -

Claro que debe merecerlo. Sólo quise opinar, observo en los blogs muchos halagos y poca sinceridad y la mía sólo quiere mostrar interés. Conozco el vocabulario y, como dice María Angustias, está el diccionario pero, bajo mi punto de vista, el exceso de este tipo de palabras en un texto tan breve enlentece su lectura, entorpece la fluidez del relato y lo hacen un poco indigesto. Desde luego, es sólo mi opinión como ya he señalado. Vuelvo, no obstante, a felicitarle por el premio desde la sinceridad.

maría angustias -

El cuento bien merece el premio. Para las palabras que no se conocen siempre es bueno tener un diccionario a mano. Es así como se aprende. Un beso, amigo.

volandovengo -

Gracias, señor Galo. Como usted dice "los concursos son así". Dependen de las apreciaciones del jurado, que se le pasó la tilde o no le dieron importancia (la he corregido no obstante): Verían un cuento 'formalmente' redondo. Y, las palabras a las que se refiere, tiene razón en que no son comunes, aunque tan poco rebuscadas. Alguien con cierto hábito a la lectura, o al mundo enológico en su caso, las reconocerá fácilmente. Si no, el mismo contexto suavizará su entendimiento. Igualmente le agradezco su comentario.

Galo -

Enhorabuena por el premio. Al ser usted crítico, admitirá la que con respeto le hago. No lo veo como cuento formalmente hablando y, para mi gusto, sobran palabras técnicas. Falta la tilde en continúa. Los concursos son así. Pero le felicito igualmente.