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El sello de una casta

El sello de una casta

XIV Encuentros Flamencos de Granada 

Existe un paralelismo entre la familia de los Farruco y la familia de los Maya: la fuerza o, si quieren, la furia. El primer día del festival de otoño estuvo ocupada por una representación de los sevillanos (Herencia), al igual que el segundo día estaría cubierto por los granadinos (Gitanos: savia nueva), para terminar el jueves y el viernes con el ‘patriarca’ de los dos clanes, Farruquito y Juan Andrés Maya.

Con más de medio aforo y una expectación proverbial comienzan los sones de las bulerías primeras, donde el Carpeta, el más pequeño de los Farruco, y Barullo, trajeados de plata, no dan respiro al aire que los envuelve y derrochan zapateado y compás, con su baile macho de pura raza. A los postres, cuando la fiesta se asoma a Extremadura, hilvana la Farruca, algo más comedida, estos jaleos finales.

Tras un solo de guitarra de Juan Requena, acompañado de percusión, vuelve Manuel ‘el Carpeta’ por alegrías, levantando verdaderas aclamaciones de pasión. Este joven bailaor se ha criado en el escenario y en él, como pez en el agua, se desenvuelve a la perfección. Domina el espacio y racionaliza su quehacer, a pesar de su energía desbocada y vertiginosa, a veces altanera.

Sin embargo, pocas veces, congela su acción y explora el camino que saborean sus mayores. Es cuando se entiende la madera, cuando lo que vemos, además de relucir, a la larga puede pesar varios quilates.

Su primo, Juan Fernández Montoya ‘Barullo’, lo sustituye en las tablas bailando por seguiriyas. El sello es el mismo, el ADN innegable. Parece que cuando baila alguien de de la saga Farruco es como si bailaran todos los demás, que son una extensión de su abuelo, a quien homenajean de continuo. De hecho, cuando termina la pieza, Barullo mira hacia arriba como brindando o agradeciendo. Su baile es radical, con brío y espectáculo, lleno de poses y efectismo. Tiene momentos de verdadero pellizco.

Manuel de Tañé, Quini de Jerez y Mara Rey, los cantaores, abordan unos tangos occidentales bastante aclamados. Esta vez sin baile.

La soleá anuncia un momento grande. Rosario Montoya ‘la Farruca’, la madre del clan, con arte y poderío, sale a escena vertiendo su caudal. Es un baile más repensado y lleno de expresión que, cuando estalla por bulerías, contempla igualmente el desenfreno. Sin duda, aunque breve, la mejor entrega de la velada.

El fin de fiestas por bulerías pone fin, o puntos suspensivos, a una noche que sin lugar a dudas les pertenece.

* Foto: Joss Rodríguez©.

6 comentarios

volandovengo -

Nuestro encuentro se produce continuamente, aunque por ahora, ay, es virtual (como contigo, sin ir más lejos).

GFP -

¡Cómo deseamos que se produzca ya el encuentro Rossy-volandovengo!

volandovengo -

El flamenco es así, Rossy, te aseguro que la bailaora goza en el escenario. Te secundo en el baile si encarta, pero no sé lo que es un pollenco para decir si me gusta o no.

Rossy -

Pobre mujer bello baila pero no goza es como los capaditos. Bello si me miras yo bailo pero yo no soy casta y tú puedes darme palmas y echarme los besos al viento. Te compro un pollenco si te gusta bello.

volandovengo -

Rossy, a veces la belleza se encuentra en los ojos del que mira, en el alma del que siente, y no en quien la irradia.

Rossy -

Bello yo me ilustre en la escuelita y nos dijeron que la voz de los capaditos era bella pero tu me enseñaste que las señoras cerradas pueden bailar mejor.