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Los campanilleros

Los campanilleros

La otra noche, entre los bises del concierto de Miguel Poveda en el auditorio Manuel de Falla de Granada, tuvo el gusto de cantarnos unos campanilleros, que fueron coreados con satisfacción por parte de los presentes. Fue un tema bastante acertado, que pasa por villancico, debido a las fechas que se avecinan.

Pero los campanilleros curiosamente es un palo único dentro del flamenco, del folklore aflamencado, si queremos.

Por campanillero se entiende el individuo de una agrupación, frecuentemente llamada los campanilleros, que en algunos pueblos andaluces y en partes de Extremadura y el sur de Castilla-La Mancha, entona canciones de carácter religioso, en el Rosario de la Aurora, con acompañamiento de guitarras, campanillas y otros instrumentos de percusión.

A este respecto, dice Juanito Valderrama en Mi España querida, compilación de memorias editadas por Antonio Burgos en 2002: “Los campanilleros son un cante popular andaluz, que se cantaba por las Pascuas de la Navidad y en algunos pueblos, como en Mairena del Alcor, por la fiesta de los Difuntos, en los rezos por las ánimas del purgatorio. Se cantaba a coro, con las campanillas haciendo el compás. Los campanilleros estaban también unidos a la devoción del Rosario de la Aurora, que trajeron los dominicos, y en algunos sitios había campanilleros con colas referentes a la Semana Santa, a la Pasión del Señor.

La muestra flamenca más antigua de los campanilleros se debe al cantaor jerezano Manuel Torre, quien hacia principios de siglo realizó una versión, interpretada con dramatismo y hondura, acompañándose de la guitarra de Niño Ricardo, y que dejó grabada en 1929 junto al guitarrista Miguel Borrul con la letra clásica de A la puerta de un rico avariento.

Sobre 1959 La Niña de la Puebla regis­tró de nuevo este cante en una versión más asequible al gran público, con letras compuestas por su padre, Francisco Jiménez Montesinos, obteniendo un enorme éxito que la catapultó definitivamente a la fama.

El tema de las letras suele ser de carácter religioso, aunque admite otros temas, guardando siempre relación con el carácter religioso original.

Se cantan sobre un compás de 3x4 y el acompañamien­to en tonalidad menor. La estrofa es de seis versos asonantados siendo el primero, tercero y quinto decasílabos, y el segundo y cuarto dodecasílabos, aceptando también una cuarteta octosílaba a la que se une otra hexasílaba.

Es un cante de mínima ejecución, muy pegadizo, que ha grabado, siguiendo la pauta marcada por Manuel Torre, por ejemplo, Juan Varea, El Agujeta, José Mercé y José Menese, entre otros interpretes. O artistas más alejados, como pueden ser Rocío Jurado y Rosa López.

Entre las decenas de letrillas, dejo tres, una tradicional y dos compuestas por Jiménez Montesinos para su hija:

A la puerta de un rico avariento
llegó Jesucristo y limosna pidió,
y en lugar de darle una limosna
los perros que había se los azuzó.
Pero quiso Dios,
que al momento los perros murieran
y el rico avariento pobre se quedó.

En los pueblos de mi Andalucía
los campanilleros por la madrugá,
me despiertan con sus campanillas
y con sus guitarras me hacen llorar.
Yo empiezo a cantar,
y al oírme todos los pajarillos
que están en las ramas se echan a volar.

Pajarillos que vais por el campo,
gozando el amor y la libertad,
recordadle al hombre que quiero
que venga a mi reja por la madrugá’.
Que mi corazón,
se lo entrego al momento que llegue,
cantando las penas que he pasado yo.

En 1924, con el mismo canto popular, el compositor Manuel López Farfán realizó una marcha procesional llamada Pasan los campanilleros.

* La Niña de la Puebla (foto de Paco Sánchez©).

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