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Bordón de trapo, prima de oro

Granada fue la cuna, la que descifró todos los secretos, la que le enseñó con grandeza y respeto los entresijos de la guitarra. Granada es la tierra. Sevilla le mostró el ritmo, otro aire, otro sentir. Sevilla es el universo.

Miguel Ángel Cortés, nacido en la ciudad de la Alhambra en 1972 y afincado en la capital hispalense desde hace siete años, eligió su cuna para presentar, acompañado de amigos y colaboradores, “Bordón de trapo”, su segundo disco de guitarra flamenca.

Lo primero que llamó la atención al llegar al teatro fueron las ausencias, localidades vacías, poco más de medio aforo, y la poca asistencia de los flamencos. Algunos extranjeros rellenaban un poco más, pero la acogida que se merece un artista de la talla de Miguel Ángel brilló por su ausencia. ¿Debido al fútbol u otras alternativas? ¿Debido a una escasa difusión? ¿Debido a la apatía generalizada de los granadinos que no dudan en dejar un día que las flores se marchiten y después estar cien años lamentando su muerte? Ellos se lo pierden. Nosotros nos lo perdemos.

Fue un concierto memorable. De los recitales de guitarra mejores que yo recuerdo. Estuvo bien compactado, fino y redondo. La puesta en escena parca y elegante, los músicos en el mejor de sus momentos. La alternancia rítmica y el dinamismo de cada una de las entregas fueron dignas de encomio. Comenzó Cortés en solitario haciendo la granaína que cierra el disco y le da nombre. Es el homenaje a su tierra. Es la gloria con seis cuerdas. El poder de evocación, el riesgo y el pellizco continuo elevan a Miguel Ángel Cortes al cenit de la creación en cuanto a guitarra flamenca se refiere. Para el segundo pase, le arropa una segunda guitarra. Daniel Méndez se acopla a la perfección con el protagonista de la noche. Es verdaderamente su “mano derecha”, como reconoce Cortés. Tras de este “De Graná pa Sevilla”, con aires festeros y sabor de guajira, entran los percusionistas, a veces más estridentes de la cuenta, que dan el compás necesario “Viento del sur”, unas originales alegrías. De Cádiz vuelve a Granada con unos tangos sacromontanos, que Miguel Ángel se hace acompañar de laúd y pandero, impregnándolos de reminiscencias magrebíes. Un nuevo diálogo entre el laúd y la guitarra en forma de tanguillos nos devuelve a occidente, antes de que entre Arcángel, el primer invitado de la noche, que nos brinda un extraordinario homenaje a Juan Valderrama y nos muestra, a continuación, la largura de sus fandangos onubenses.

Un poquito de percusión, posiblemente fuera de lugar en este foro, da paso a unas bulerías abordadas por la primera guitarra, mientras Arcángel y Méndez le hacen compás con las palmas.

Para finalizar la velada, Esperanza Fernández, una de las voces más flamencas del panorama actual, hace acto de presencia para hacernos las seguiriyas, que en el disco canta Carmen Linares, y unas bulerías que cierran el concierto.

Una gran noche, grandes artistas y un gran disco para enriquecer la discoteca de cualquier aficionado que busque la verdad del flamenco de hoy en día.

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