La voz rota de Carmen Linares
61 Festival Internacional de Música y Danza de Granada
Lleva bastante tiempo Carmen Linares con la voz afectada. Quizá algún día la forzara demasiado y ya no hubo marcha atrás. Desde hace algunos años sus apariciones tienen más de carismático que de estilismo.
El martes 26, en el Palacio de Carlos V, después de haber recibido la medalla de honor por el Festival de Música y Danza de Granada en reconocimiento a su trayectoria y su vinculación con el festival, tuvo una actuación memorable, más por lo que representaba, como ya digo, que por la precisión en su entrega.
Bajo el título de Ensayo flamenco 2012, estrenado en Jerez y en Madrid, la cantaora jienense ha recopilado a los poetas que le han servido de inspiración a lo largo de sus grabaciones, acordándose de los imprescindibles Lorca, Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez y Rafael Alberti, pero también de los contemporáneos José Ángel Valente y José Luis Ortiz Nuevo, creando un concierto tan intelectual como intimista donde se arropa con las guitarras de Salvador Gutiérrez y Eduardo Pacheco y la percusión de Antonio Coronel o tan sólo del piano soberbio de Pablo Suárez. También se apoya en las voces y el compás de Ana María González y Rosario Amador, sobre todo en la fiesta.
Con una generosa introducción musical, rematada por fandangos, entra en escena Carmen Linares con La luz que a mí me alumbraba de Ortiz Nuevo. Se asoma al cante de minas, principiado con piano y culminado por rondeñas, versionando El niño yuntero de Miguel Hernández.
Apuesta, como hizo Morente, una amplia concesión al cante libre, aflamencado, ejemplarizados completamente con dos temas desnudos también de Hernández, acompañados exclusivamente con piano, como si fuera un diálogo continuo: Mis ojos sin tus ojos, donde se acerca a la copla, y Casida del sediento.
El piano continúa como un latido haciendo tonás de otro poema del maestro de Orihela, El sol, la rosa y el niño, que ya grabara en La Luna en el río con Gerardo Núñez, en 1996, pero en aquella ocasión por bulerías.
Pero no es hasta las granaínas lorquianas Asesinado por el cielo (aunque estaban más cercanas a las malagueñas), rematadas con abandolaos, cuando la cantaora templa su voz y vindica sus dominios. A este tema le acompaña la estrella invitada Belén Maya que, con su baile minimalista y simbólico, ilustra a la perfección el desgarro del poeta granadino.
Ya, desde el pescante de la diligencia, Carmen va llevando el concierto por donde quiere y, aunque en las subidas la voz tiende a traicionarla, sus tablas y prestigio, triunfa en su periplo.
Por alegrías entonará Remembranzas de Juan Ramón Jiménez, incluido en Raíces y alas (2008) y Moguer por Huelva, que en este mismo disco se llamó Auroras de Moguer.
El final se va acercando con algunas canciones por bulerías: el fabuloso Quiero tú nombre olvidar, de Vainica doble, incluido en Un ramito de locura (2002), y Se equivoco la paloma de Alberti.
Las Bulerías lorquianas principian con Baladilla de los tres ríos y terminan con Anda jaleo.
Acaba el concierto con In pace por seguiriyas, tema que cierra Un ramito de locura y que baila también, con su perfecta plasticidad, Belén Maya.
* Foto de Ana Palma© para deflamenco.com.
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volandovengo -
Ivan Centenillo -