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Rocío Montoya se abre camino

Los jueves, sobre las diez y media, La Platería mantiene una programación estable de flamenco local. Este día, la peña abre sus puertas para dar paso a toda clase de público. Algunos aficionados y muchos visitantes se dan cita allí para impregnarse de buen flamenco. Esta semana, para terminar el mes de mayo, se hizo doblete. El baile joven y fresco de Rocío Montoya se complementó con el cante sabio del veterano Paco Moyano y su hija. Comenzó Rocío bailando unos jaleos extremeños muy bien arropada por su grupo. La bailaora, de traje corto negro, tuvo una entrada de taconeo y percusión que creó una gran expectativa entre los presentes. Su baile es seguro, arriesgado y novedoso. Todo esta medido. No da tregua a la improvisación, aunque el pellizco se siente tras cada envite. Rocío abrirá también la segunda parte con unas interesantes romeras que fueron aplaudidas durante varios minutos.

Paco Moyano, con su hija como acompañante y un magnífico Rafalín Habichuela a la guitarra (a quien tendremos ocasión de saborear el 17 de junio en La Chumbera), abrió su actuación por tonás. Desde ese primer momento, notamos tanto el oficio del padre como el tanteo pueril de Ámala. Bastante gusto, pero falta de voz y algo desorientada. En las bulerías obligó al tocaor a cambiar la cejilla por su salida fuera de tono. Pronto, sin embargo, se enmendó y culminó con acierto Paco Moyano, quién también acomodó unas granaínas a sus posibilidades, hizo un polo muy particular y acabó con un garrotín la primera parte, que remató su hija por tangos.

Después del baile elegante y sentido de Montoya, Paco nos brindó una deliciosa soleá para dar paso a un bis a bis más festero que ocupó el resto de la segunda parte. Los Moyano cantaron alegrías, fandangos de Huelva (la mejor aportación de la niña) y las comentadas bulerías.

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