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Soy un peatón

Soy un peatón

Hace poco se hizo una encuesta nacional para ver cuál era la palabra más bella del idioma castellano. Sin embargo, la intención del concurso se desvirtuó porque nos saltó el alma de hombres de buena voluntad, la vena romántica que todos llevamos dentro cuando no nos jugamos nada, y elegimos el contenido en vez del continente, el significado en vez del significante, el simbolismo en vez de la fonética, de la sonoridad, de la grafía. Elegimos la palabra "amor" que, bien mirado, es una palabra agradable, que bien se destila (sobre todo en sus participios). Pero la palabra más bella... no lo creo. Un sustantivo podría ser bello, pero un verbo... (a no ser que sea el verbo que se hizo carne).

Se me ocurren algunas palabras, muchas de ellas de origen árabe, pero mi intención no es hablar de nombres hermosos, sino de todo lo contrario. Palabra fea donde las haya es "peatón" (que designa a la persona que va a pie por una vía pública). Es fea la palabra y, si me apuran, su significado. Además, tiene un cierto paralelismo con "pueblo", "vulgo", "plebe"... frente a la gente motorizada que son los elegidos, los privilegiados, los patricios o aristócratas de esta sociedad urbana. El peatón tiene los derechos restringidos. Sufre por partida doble, porque va a pie y coge el autobús (léase "sube" al autobús, que en suramérica me ponen problemas).

El autobús, o sea, el transporte público, es un caos. La circulación es criminal, como ya he denunciado en alguna ocasión, la espera inhumana, el hacinamiento bestial (en el amplio sentido del término), la amabilidad de los conductores legendaria. Algunos autobuses, incluso, como muchos saben, son líneas fantasmas, que sólo existen porque siempre los vemos pasar en dirección contraria.

Por suerte o por desgracia yo soy un peatón, con todo el infravalor que encierra esta confesión. Pero creo que, dentro de la pena, alcanzo una libertad que el esclavo de la autonomía motorizada no la tiene. Elijo mi destino, incluso por dirección prohibida, no necesito buscar aparcamiento, siempre llevo un libro para engañar las esperas o hacerme invisible en el autobús (que ahora tiene aire acondicionado), no tengo que pelearme con otro conductor por no sé qué derechos, no voy a gasolineras, ni temo pisar la raya contínua, el semáforo es mi aliado si no hay vehiculos a la vista, puedo ir hablando por el móvil y un poco bebido y, encima, hago ejercicio.

Soy un peatón. Soy un hombre con suerte, aunque no me guste la palabra (¡anda que viandante!).

4 comentarios

inwit -

Estas personas están un poco más resentidas por su condición de peatonas. Y yo con ellas.

Hueso -

Trashumante. Bonita palabra, por continente y por contenido.

bukanero -

Hombreee...qué suerte encontrar tanta gente afín, yo soy trashumante, que no borrego (o bueno si...alguna vez).

Hueso -

Un transeúnte. Tú lo que eres es un transeúnte.