Más sobre los vientos
Si nunca llueve a gusto de todos, mucho menos sopla a gusto de todos. Si no que se lo pregunten a los marineros, a expensas de una vela, o a los molineros, esperando que se agiten las aspas. Si no que se lo pregunten a los habitantes de lugares donde el viento no descansa, en las cimas, en las costas, en las aristas. El viento hace perder la cabeza. El mayor número de suicidios está en Tarifa o Almería, morada permanente.
Los vientos preceden a la Rosa y a la brújula. Su denominación alude de donde proceden, no donde se dirigen o donde duermen. Así, para los griegos, el Siroco, viento del sureste, proviene de Siria (conocido también como Xaloc o Jaloque); y el Lebeche, viento del suroeste, de Libia. Del norte viene el violento Boreas y la Tramontana (tras los montes); el Gregal o Greco del noreste; del este el Levante (dicen que Chano Lobato es capaz de meter por bulerías este viento); el viento Sur es la suave brisa del Céfiro; el Lebeche sopla del suroeste; el Poniente del oeste; y el Mistral o Maestro del noroeste.
En China existen (o existían) «escuelas de viento» para la gracia del andar. Su filosofía persigue poder caminar como se inclina de la tercera caña del bambú. Cuando sopla el viento, la primera caña de bambú se inclina en exceso. La segunda, algo protegida por la primera, se inclina menos. La tercera se inclina poco y se mece con gracia. Este es el movimiento verdaderamente elegante, que deben imitar las mujeres hermosas, las danzarinas y las muchachas cuando van a conocer por vez primera a su futuro marido.
* Fotografía tomada del blog "Lo que ven mis ojos".
3 comentarios
volandovengo -
Sin desperdicio tu historia, Francisco. Sobre ediles timoratos podríamos hablar un buen rato.
Ferrer Lerín -
n0n0 -