El flamenco al alcance de todos
I Festival de Flamenco ONCE Andalucía
La organización de la ONCE en Granada celebró el viernes pasado el I Festival de Flamenco de la ONCE de Andalucía, con la intención de «democratizar» este arte y descubrir nuevos valores del flamenco entre personas discapacitadas. El año pasado un modesto minifestival sembró la semilla de lo que hoy es este evento con visión de futuro.
Los premiados en esta ocasión, sin sufrir ninguna minusvalía, han estado siempre sensibilizados por esta causa y han arrimado el hombro a sus necesidades. El primer premiado fue Vicente Fernández Maldonado, Vicente el Granaíno (1927), músico invidente, al que se le reconoció haber abierto camino. Éste declaró que la ceguera no ha sido un obstáculo en su vida, pero sí ha dificultado las cosas.
Los jóvenes premiados, después de recoger su galardón, dieron muestras de su buen hacer artístico y defendieron sin discusión el porqué de este reconocimiento. La encargada de abrir y cerrar la noche fue Rocío Montoya con su baile arriesgado y novedoso. Su primera entrega, con traje y pantalón, fueron unos jaleos extremeños con bulerías. Un baile reposado y verdadero; intimista y lleno de sentimiento. Rocío clausuró la noche con unos extraordinarios tangos en los que rebosaba el cante de Morente. Como una pantera blanca, fue sigilosa y elegante, disciplinada y orgullosa.
El cante joven lo pusieron Esther Crisol haciendo una granaína y unas alegrías, en donde dejaba entrever claramente su influencia de Carmen Linares. Su inseguridad y un sonido recortado no fueron obstáculos para apreciar su valentía y el dominio de su cante. A continuación, Álvaro Rodríguez, natural de Órgiva, cortó el aliento con su potencia de voz y su eco flamenco. Su previsible soleá fue suficiente para convencer de su grandeza, pero fue la milonga “Una noche de verano” de Calixto Sánchez, basada en un poema de Antonio Machado, la que levantó algunas pasiones. A la guitarra de los dos debutantes, la sensibilidad de Vicente Márquez, prolongaba la belleza.
La veteranía, otro de los objetivos del festival, estuvo formada por tres cantaores de excepción, corredores de fondo del flamenco granadino, fiel azogue de los jóvenes que quieren seriamente adentrarse en este mundo.
La maestría enciclopédica de Antonio Gómez 'El Colorao' comenzó a iluminar esta segunda parte con unos sorprendentes cantes de trilla. A la guitarra, preciso, Rubén Campos. Se marchó con sus imprescindibles seguiriyas, señas de identidad de este cantaor. Antonio Trinidad le sustituyó en el escenario, con un académico Isidoro Pérez a la guitarra. Con su cante bondadoso y modulado, que gusta recrearse alargando los tercios y ralentizando el tempo, Trinidad expuso unas farrucas y “La baladilla de los tres ríos” de Federico. Para concluir, antes del baile final, Ángel Rodríguez 'Chanquete', asociado a la ONCE, arropado por el maestro Francisco Manuel Díaz, remató una noche grande con unas granaínas y unos abandonaos en los que se acordó de todas las provincias andaluzas.
* En la foto, Rocío Montoya (FOTO: Nono Guirado)
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