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La tranquilidad de jugar en casa

La tranquilidad de jugar en casa

XII Muestra Andaluza de Flamenco

Los Veranos del Corral

Los Veranos del Corral, uno de los festivales flamencos más añejos y perseguidos de la península, tuvo el lunes pasado un comienzo de altura. La primera edición del Corral, a finales de los 90, acogió a varios artistas jóvenes (Marina, Estrella, Segundo Falcón…) cuya proyección se ha avalado con creces. Ahora Marina Heredia vuelve a este escenario, después de once años, más moderada que nunca, hilvanando un concierto a medida, con un guitarrista de su elección, Rafael Riqueni, al que admira. Se ha dado un capricho y nos ha invitado a mirar por la cerradura. Ha sido como el descanso del guerrero, el hogar dulce hogar del que lleva una vida de vértigo.

Rafael, como acostumbra, hace encaje con su guitarra, hace que cada nota tenga su espacio, que suene clara, que sea distinta. Es un concertista que se admira con el encanto de su guitarra y trasmite ampliamente esa querencia. Opina que está junto a una gran cantaora, se deja llevar y almohada con precisión sus propuestas. Aunque se nota la distancia entre dos sensibilidades muy distintas que ha unido el azar o la suerte, que no es lo mismo pero es igual.

La mesura inicial fue un arma filosa por ambas caras. Así se buscaban más a menudo de la cuenta, así se entrecortaba lo que debía ser fluido, así la delicadeza llegaba a ser laxitud claramente manifiesta en las palmeras, Reyes Heredia y Jara Heredia, que resultaron desabridas de tanto en tanto. Pero también esa estructura dejó momentos memorables. La admiración del uno por el otro fue manifiesta, convocando un duende lleno de sugerencias e inspiración. Esta fascinación cuajó en reverenciados silencios, en solapados matices y en un delicioso abuso de falsetas que interpolaban la visual.

La albaycinera, de maravilloso blanco (abanico incluido) y peineta dorada, comienza con las mismas seguiriyas que contienen su último disco (Marina, 2010). Quizá la emoción le hizo parecer un poco fría, aunque con un Cádiz de letras populares alcanza calidez. Riqueni pone la cejilla al seis anunciando una soleá antológica que Marina interpreta a media voz, que es como duele. Es un gran momento, como el levante que viene a continuación donde sigue la estela de su padre, Jaime Heredia ‘El Parrón’. Y se hace grande en la minera y más grande si cabe en la cartagenera (¡Ay mi Gabriela!).

Rafael se queda solo en un pactado intermedio demostrando su faceta de concertista y dejando claro el camino armónico y conceptual que emprendió en su momento y ha dejado clara huella en sus contemporáneos. Magnífica bulería, donde se acordó del maestro de Algeciras, que sirvió para que la cantaora se cambiase y él cogiera la confianza de rellenar con guiños el resto del concierto.

Con vestido negro volandero con lunares blancos y peina de brillantes, a juego con los zarcillos (también ha cambiado el abano por uno negro), Marina aborda una granaína preciosista, donde la variedad de tonos dulcifican la pieza. También mantiene su elegante copa de blanco y no el antiestético botellín de agua, por muy sano y correcto que sea.

Los tangos no pueden faltar, enseña de una cantaora que se pasea por el Monte con más soltura que nadie y a los postres se acuerda de Enrique. El tempo se ralentiza y el tocaor trianero se encuentra distante del soniquete del Camino. Lo mismo le pasará con los fandangos del Albaycín que regalan al fin del concierto, donde Riqueni propone genérico abandolao.

Termina la velada, antes de este bis, con unas bulerías, con la cantaora en pie, como mandan los cánones, y descalza, como ella acostumbra, que se convierten en un sabroso mano a mano entre guitarra y voz y terminan haciéndose cuplé con la copla de Madrina a pie de escenario.

* Foto de promoción.

6 comentarios

volandovengo -

Entendí Heredia. Lo comprobaré de todas formas y si es así lo corrijo. Gracias por tu interés.

Lara Cano -

Jorge, una cosilla: ¿Reyes no se apellida Martín, que no Heredia?

volandovengo -

Sí, lo de los poetas fue muy fuerte. Iba a reseñar algo, como eso de que la comparaba con la luna, pero al final me he contenido. Jajaja.

Lara Cano -

Si las sorpresas son buenas, bienvenidas sean.
Una: Riqueni fue una grata sorpresa. ¡Yo que sólo lo había visto con Carmen Linares en ""Flamenco" de Saura..!
Otra: los poetas que andan sueltos por platea y que son incapaces de contener su entusiasmo. Jajajajajaja. Se podría hacer una antología.

volandovengo -

Estamos de acuerdo. La granaína y la soleá fueron lo mejor de la noche. Hubo sorpresas. Y las que nos quedan por descubrir.

Lara Cano -

Para mí, la soleá y la granaína, con taaaanto temple y alargándolas lo justo, me parecieron de lo mejorcito. Obviando sus tangos y esos (suerte que cupieron al fin) fandangos albaycineros.
Además, escuché letras que hasta hoy no había escuchado salir de su boca. Me pareció, con todo, un acierto.