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volandovengo

Nunca llueve a gusto de todos

Nunca llueve a gusto de todos

El otoño ha llegado con rotundidad (al menos en mi tierra). Ha sido como el pataleo de los dioses que, después de mucho aguantar, han estallado y han vaciado sobre la tierra todo el agua que han acumulado en el cielo después de un verano alterno. Me gusta la lluvia. Me gusta el otoño. Es época de renovación. El mundo se desnuda para volver a vestirse en la empalagosa primavera.

¡Que levante el dedo quien prefiere los colores del otoño a los de la primavera!

Es como el coyote y el correcaminos. Se supone que el pajarraco es el bueno, pero todos nos identificamos con las desgracias del chucho. ¡Si alguna vez lo hubiera cogido! ¡Si alguna vez le hubiera retorcido ese pescuezo de manguera ambulante!

La lluvia debe ser moderada para que sea beneficiosa. Con todo y con eso, siempre viene bien el llanto de los dioses. Aunque este tiempo es más bien una plaga que una bendición. Riadas/evacuados, granizo/pérdidas.

Nunca llueve a gusto de todos y ahora menos, en este mundo inconformista. Antes se sacaban a los santos para que lloviera. Ahora cuando llueve se mete al santo bajo cubierto y el penitente se harta de llorar.

El otoño (la primavera de los solos) siempre inspira. Las hojas, el aguacero, el viento, la bufanda, los primeros fríos, los primeros coleccionables en los kioscos, la vuelta al cole, los nuevos amigos, los viejos rockeros...

Permitidme acabar con un pequeño poema que escribí hace unos años, que, además, lo pintaré de rojo otoñal.

Me gusta pisar el otoño
cuando el suelo se tiñe de árbol,
cuando los charcos atrapan el cielo,
arreboles rojos en tu cara
y regueros de viento
donde la hojarasca deja paso
a las lágrimas del sueño.

P.S. - Estimados blogueros, visitadores de este blog apasionado, os habréis dado cuenta que las entradas ya no son diarias, que los post son más espaciados, y es que tengo menos tiempo, más trabajo y más niño (el niño es el mismo, lo que pasa es que se queda casi todas las tardes conmigo en casa). Así que os ruego paciencia hasta que pueda volver a retomar el ritmo. No abandonéis.

*EN LA IMAGEN: "Puddle" ('Charco'), Maurits Cornelius Escher, 1952

7 comentarios

volandovengo -

Todo llega, María, incluso el otoño en Madrid (allí no os podréis quejar de parques y de colores).

María -

Una lastima que el otoño aún no ha llegado em mi tierra - madrid - aquí se hace el mismo calor de antes!

volandovengo -

Joven Llanos, tienes razón, aciertas con este poema de Serrat, que, para mí, es de los mejores cantautores que ha tenido este país.
Gracias por tu fidelidad, Identidade.

Identidade -

Yo levanto el dedo no porque prefiero los colores del otoño a los de la primavera, pero porque me gusta todos los colores. También tengo menos entradas, no porque tengo menos tiempo, mas porque tengo menos ganas. Pero no te preocupas, que no te abandono. :)

joven llanos -

Espero acertar esta vez. Un saludo. Enhorabuena por tus palabras.

Balada de otoño

(Joan Manuel Serrat)


Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos, llueve.

Pintaron de gris el cielo
y el suelo
se fue abrigando con hojas,
se fue vistiendo de otoño.
La tarde que se adormece
parece
un niño que el viento mece
con su balada en otoño.

Una balada en otoño,
un canto triste de melancolía,
que nace al morir el día.
Una balada en otoño,
a veces como un murmullo,
y a veces como un lamento
y a veces viento.

Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados
sobre los campos, llueve.

Te podría contar
que esta quemándose mi último leño en el hogar,
que soy muy pobre hoy,
que por una sonrisa doy
todo lo que soy,
porque estoy solo
y tengo miedo.

Si tú fueras capaz
de ver los ojos tristes de una lámpara y hablar
con esa porcelana que descubrí ayer
y que por un momento se ha vuelto mujer.

Entonces, olvidando
mi mañana y tu pasado
volverías a mi lado.

Se va la tarde y me deja
la queja
que mañana será vieja
de una balada en otoño.

Llueve,
detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados...



volandovengo -

Es verdad, lo siento por las uvas y las cosechas en general y no entiendo el capricho último del cielo que preña a la tierra de anécdotas puntuales.
Hay quien ha demandado a Dios por estos arrebatos iracundos.

Con patines -

Si, a mi también me gusta la lluvia y el otoño, pero ¿qué hacemos con 80000 kg. de uva en los campos sin poder cortarse?, yo por lo pronto este fin de semana descansar en casa, je je