Mis cinco minutos
A las ocho menos diez apagué el ordenador y me dirigí al cuadro de luces.
Por el camino fui apagando luces y parando algunos electrodomésticos, como la lavadora o la secadora, en pleno funcionamiento.
Cogí el móvil que tiene una breve luz, lo suficiente para no rodar escaleras abajo y para ver la hora en el mismo aparato.
Y a las menos cinco (21:55) bajé el interruptor general.
Todo a oscuras, todo en silencio, aunque mis vecinos tenían luces (qué pocas luces).
Pasé los cinco minutos hablando con una amiga con un teléfono analógico que aún me queda en casa.
Sólo queda esperar a mañana y la repercusión que han tenido estas tinieblas anunciadas (como la crónica de Gabo).
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