Nada nuevo bajo el sol
No sé si ya le he dado salida a este cuentecito que tiene que ver con algo muy similar a lo contrario del amor propio:
Fue el primer día, después de muchos, que había dormido de un tirón. Había tenido un sueño bonito que se alegraba en no recordar. Abrió la ventana y un agradable sol de primavera inundó la habitación. Se atrevió a canturrear un poco, incluso, acompañándose con unos pasitos de improvisado baile que, en otras circunstancias le habrían avergonzado.
Entró en el baño dando ridículos saltitos mientras se acariciaba el sexo incontinente prometiéndole una pronta evacuación. Con la sonrisa que le atravesaba los ojos, se miró al espejo. Al pronto, tornó el rostro y se lamentó en su reflejo: ¡otra vez tú!
· Autorretrato en espejo esférico de M.C. Escher, 1935.
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con patines -
Besos