Un cierto sabor antiguo
Los veranos del Corral
X Muestra Andaluza de Flamenco
Encontramos un nexo en común en las dos artistas programadas el miércoles en los Encuentros de Los veranos del Carbón: su mirada hacia atrás. Aunque, mientras la cantaora trianera, “La Tremendita”, no abandona las aguas poco profundas de sus mayores; la bailaora jerezana afincada en Sevilla, Leonor Leal, abandona la orilla, sin preocuparse de que la ropa esté a buen resguardo, y se abandona en el piélago profundo, descubriendo nuevas aguas.
Rosario Guerrero “La Tremendita”, acompañada a la guitarra por la segura apuesta de Salvador Gutiérrez, al que todos buscan, tiene un cante agradable, pero contenido. Parece que se frena en su falsete e imposta una voz que no termina de estallar. Aunque su potencia es limitada, su modulación y el buen uso del micrófono palian su carencia. Con un homenaje a La Paquera por tientos comienza su actuación. El público está frío y la cantaora no es capaz de despertarlo. Al contrario, es Rosario Guerrero la que termina contagiándose de ese letargo. Su recital continúa por Cádiz. Es agradable escuchar un cante con altibajos extremos sin necesidad de gritar.
La Tremendita es caracolera y chaconera en las granaínas. Un aplauso continuo merece la guitarra sensible, rápida y limpia del sevillano. Los tangos de Granada no alcanzan la altura deseada, sin embargo, puede que sean los más correctos escuchados hasta ahora de artistas foráneos. La primera parte termina por bulerías y, de regalo, un buen fandango de El Gloria a palo seco a pie de escenario.
Leonor Leal, después de un breve intermedio, es generosa en su entrega. Las guitarras sordas de Tino van der Sman y David Vargas anuncian tangos, que la bailaora aborda con un lenguaje personal, delicado y elegante. Su misma imagen, con el pelo corto y un vestido poco flamenco, acentúa esta diferencia. Ronea en los tangos y se hace querer. Tino, el guitarrista holandés, nos deja una gran taranta, mientras la bailaora se prepara para la farruca. Tradicionalmente, éste es un baile de hombres, hasta que lo engrandeció Carmen Amaya, como ella, muchas lo han bailado con pantalón y traje corto. Leonor, vestida de hombre, pero tremendamente femenina, borda una farruca rebosante de arte y de matices, con un zapateado casi imposible, que parece tan sencillo…
A la manera de Arcángel, los dos cantaores, Javier Rivera y Jeromo Segura, entonan unas bulerías muy conseguidas, donde su comienzo y su remate lo interpretan a dos voces, mientras Leonor, con vestido claro, se prepara para las alegrías. Una nueva sorpresa, una nueva alegría (valga la redundancia), que una bailaora de Jerez no tenga el marchamo de su tierra bailando por Cádiz. Su delicadeza y gracia se imponen. Se queda sola en las escobillas y parece que nos roba el aire. La noche es suya y lo sabe. Tiene un buen cuadro que la arropa, el sonido es inmejorable, la iluminación correcta, la plaza es un lujo. Y ella, sin más, triunfa.
* (FOTO © Nono Guirado) (le he quitado rojos a la foto original, que se imponían demasiado, enturbiando las alegrías, espero que Nono lo entienda).
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