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Qué bien se viaja en primera

Qué bien se viaja en primera

“Qué bien se viaja en primera”, le oí decir en cierta ocasión a Curro Albayzín viendo bailar a Angustillas ‘La Mona’, como sintiendo que se podía relajar, que podía quitar el antivirus porque todo lo que entraría sería bueno. Así me sentí la noche del viernes en la acogedora peña Solera y Caña de Maracena viendo la buena forma de Juan Pinilla y su admirable seguridad. Alfredo Mesa le acompaña a la guitarra. Limpio, inspirado, sin apenas fisuras. Evoluciona por momentos bajo la luz de Miguel Ochando, lo que es una garantía. Sin embargo, el equipo de sonido no se portó de la mejor manera, y el exceso de graves limitaba su expresión.

El color del baile lo firmó Silvia Lozano, corredora de fondo, aprendiz y maestra al mismo tiempo. Su cuerpo es pura fibra, que pone al servicio de su baile, en el que destaca el juego de brazos y la expresión de su rostro, siempre sonriente, siempre comprometido.

Juan Pinilla, con la azotea despejada y flores en los balcones, se compromete con una peña que lo vio nacer como cantaor y, para la cincuentena escasa de asistentes, su entrega es total. Comienza con unas malagueñas generosas en abandolaos. Su misión viene siendo la de un arqueólogo, rescatando letras y ritmos del pasado, así como del aventurero que no teme abrir nuevas puertas y saltar al vacío de lo inexplorado. De esta manera, después de una sabrosa farruca, introduce la caña con un apunte por soleá, a la manera de Diego Clavel, con letra de Chavela Vargas, “esa gran flamenca, aunque ella no lo sepa”.

La segunda parte, algo más rozado, arranca con cantes de levante, demostrando su largura. Es manifiesto, y así lo reconoce, lo que este cantaor le debe a tres grandes figuras del cante granadino,  Cobitos, Manuel Ávila y Morente. Continúa con unas cantiñas muy marcadas, remedando el estilo de Calixto Sánchez. Y, remata su actuación, con unas granaínas, extendiéndose en dedicatorias.

Para culminar cada una de las partes, cantaor y tocaor, extreman todo su saber para arropar a Silvia bailando una soleá por bulerías y unos tangos, respectivamente. Acaba la noche con una pataílla por bulerías con algunos flamencos allí presentes.

FOTO: Nono Guirado, in situ.©

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