Argentina, una cantaora valiente
Flamenco viene del Sur
María López Tristancho, conocida como Argentina, tuvo una velada memorable el pasado lunes en el Teatro Alhambra. Bien arropada por un cuadro de prestigio, a saber, José Quevedo ‘El Bola” y Eugenio Iglesias a la guitarra, Bobote y Torombo haciendo palmas y jaleos y José Carrasco a la percusión, dio un recital profundo y de alta gradación flamenca
Cantaba por primera vez en Granada y quiso rendirle tributo. Su intención no era hacer los cantes asociados a la tierra que le servía de escenario, sino cantar con rigor sus propios temas y dedicárselos a nuestra ciudad. Precisamente llamó a su concierto “Huelva canta a Granada”. Con su voz grave, fresca y talentosa, quiso comenzar y terminar la noche por fandangos, palo en el que destaca sin discusión. Los primeros fueron un recorrido por los fandangos locales de Huelva, desde la costa hacia los montes. Los últimos, una muestra de fandangos naturales y de Alonso, en los que terminó haciendo cantar al público, vindicando así de la intención coral de este cante.
Cuando los tientos fueron tangos, un sonsonete moruno acerco a la cantaora al Camino del Monte. Con la soleá, su tercer tema, sentó su poderío. Esta onubense no es sólo una cantaora del momento, una cara, un producto discográfico que ha surgido tras la estela exitosa de su paisano Arcángel. Argentina tiene voz propia e imaginativa, que se aleja sin ningún complejo de los clones de su tierra, y, ahora, a sus 24 años, expone un decir personal y poderoso. Las malagueñas, que fueron de El Canario y de El Mellizo, estuvieron tan ajustadas que los abandolaos surgieron como una liberación, acordándose de Frasquito. Quizá le falte el quejío necesario que, sin duda, los años se lo van a aportar.
En el ecuador del programa, para cambiar su vestuario por otro menos agraciado, si cabe, sus músicos rellenaron el receso por rumbas, con una generosa introducción a la caja, la única realmente justificada. No es la primera vez que me sobra la percusión en una noche. Por mucho talento que tenga un percusionista, cuando se impone al resto del cuadro, incluida la voz, en un concierto está de más.
La joven cantaora abre la segunda parte con tonás, de pie, a boca de escenario y apoyada en una silla, a la manera de Toronjo. Es un gran momento que aprueba con nota. El sonido, sin embargo no está muy conseguido, le resta brillo y apaga su timbre. Muy suelta y rica se le ve en las cantiñas. Otro de sus palos estrella. Será por la cercanía. Los palmeros hacen una encomiable labor de acompañamiento y compás para agudizar la fiesta, para elevar la temperatura. Son puro nervio y sal. Las bulerías las comienza con “El poeta, el músico y el pintor”, un adelanto de su segundo disco. Termina, como anunciamos en un principio, regresando a su tierra y brindándola a la nuestra. Como bis, fuera de micrófono, nos hace entrega de otro fandango natural.
* Argentina en la foto (Nono Guirado ©).
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