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La madurez de Patricia Guerrero

La madurez de Patricia Guerrero

Cuando se cumplen 60 años de la peña más antigua del mundo, La Platería afina su lápiz y ofrece unos conciertos exclusivos. Siempre se ha distinguido este rincón flamenco por su calidad, pero, cuando se trata de celebrar un año tan señalado, ahora sábado tras sábado se programa espectáculos escogidos. Así podremos ver, en este mismo escenario, la sabiduría de Carmen Linares, el temple de Juan Pinilla o el sentido homenaje al maestro Mario Maya por parte de algunos de sus aventajados alumnos granadinos.

Dentro de esta muestra de calidad, pudimos ver con satisfacción a la bailaora Patricia Guerrero. El sábado pasado, después de una temporada de formación en tierras sevillanas, Patricia mostró su buena evolución, el estado actual de una artista que va adquiriendo una óptima madurez. Dominando las tablas y más consciente de su cuerpo que nunca, nos entrega para el final de la primera parte unas bamberas rematadas por bulerías, un cante agradable que la granadina malea a voluntad. No es muy asiduo ver a esta bailaora abordar los derivados de la soleá, pero sus resultados son más que notables.

En la segunda parte, más suelta y segura que al principio, Patricia nos hace gozar por levante, que acaba roneando por tangos, que son del Camino en su final. Un sabor especial aporta esta albaicinera a las mineras y los tarantos. Aire que la distingue. Pero su actuación habría quedado diluida si el cuadro que le acompaña no fuera de excepción. En primer lugar, hay que destacar la figura del joven guitarrista David Carmona, que con su finura, limpieza y buen gusto, vuelve dorado todo lo que toca. El recital, precisamente, lo abre una soleá de este tocaor, que, a sus 22 años, camina ya por el olimpo de los grandes.

Quizá por el buen hacer de este reymidas, los cantaores estuvieron a la altura. Manuel Heredia, con sus particularidades, se lució hilvanando unas bulerías impregnadas de Manuel Molina y Fernanda de Utrera. Juan Ángel Tirado fue grande en los martinetes y verdaderamente estremecedor en las seguiriyas que le siguieron. Esta noche, flamenca y gitana, acabó con un poquito de improvisadas bulerías. Algunos flamencos allí presentes subieron a las tablas para hacer compás. Macarena y Mari Carmen Guerrero, madre de la artista, dieron sendas pataíllas.

* Patricia Guerrero, foto de archivo (© Nono Guirado).

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