Como en su casa
Inauguración temporada de La Platería
La Platería quiso comenzar sus actividades para el curso 2009-2010 de una forma muy especial: llamando a alguien que se considera hija de la peña. No es para menos. Marina Heredia ha vivido siempre en el Albaicín, La Platería ha sido su segunda casa. Aquí empezó; aquí se formó; y aquí vio a los grandes, empezando por su padre, el cantaor de bronce. La peña ha querido que la presencia de Marina no sólo suponga la apertura de puertas a un año de entrega a su labor de salvaguarda y difusión del flamenco, sino que sirviera de colofón a sus sesenta años de existencia, proclamándose, con el aval del año 1949, en la decana de todas las peñas flamencas.
Marina, perfectamente arropada por la guitarra pulcra de Luis Mariano, se sintió como en casa y nos hizo sentir a los presentes como si también compartiéramos camilla y enaguas, a pesar de la multitud, a pesar de las sillas aglomeradas. Guapa en presencia y en entrega, la cantaora granadina anuncia sus cantes. Comienza por alegrías donde se trae la sal de la bahía a las murallas rojas de la Alhambra. Por soleá estuvo mayúscula y se rompe, aunque ya va siendo hora que incorpore en su repertorio los sones del ‘Niño de Jun’ y las cadencias de Cobitos. Por malagueñas domina, y se crece con los fandangos del Albaicín, con los que remata. En los tangos del Camino, de la pita, de la penca, como le gusta especificar, Marina se sabe grande. Es uno de nuestros mejores exponentes. Tiene además un colchón a su izquierda que suena a fuente, que suena moruno y envuelve el cante para darle más belleza si cabe.
La seguiriya, con las que comienza la segunda parte, no es de sus palos habituales. Las hace bonitas, como todo lo que toca. No obstante se espera el quejío, que a veces queda diluido en su conjunto. Campea a voluntad por los altos, olvidando las bondades del mediotono. Por levante tiene buen ejemplo, a quien imita, en la figura de su padre. Y en las bulerías se acuerda de Lole y Manuel y de ese himno generacional llamado “Nuevo día” con el que abrieron su producción discográfica, allá por el 75. Un bello poema cantado con tanto respeto como flamencura. Con tres fandangos termina el recital sin antes hacernos gozar de un fin de fiestas carismático. Acompañan a los protagonistas en el escenario algunos de los artistas presentes. Y echan su pataílla Antonio Canales, ‘La Moneta’, Jara Heredia y la misma Marina, mientras Jaime Heredia se hecha un cantecito y hacen compás Curro Albayzín y Ana Heredia, hermana de la cantaora.
* Foto de archivo (© Nono Guirado).
7 comentarios
volandovengo -
P.S. Al flamenco se llega poco a poco.
Rigoletto -
El flamenco me gusta, aunque no me considero un entendido: si pongo un disco de flamenco, me capta y entusiasma definitivametne, aunque no sé qué palo están cantando.
Y la poesía... pues tu padre me puso en tu pista y busqué y encontré los kioscos de poesía y me han encantado tus haikus. Sorpresas de la vida.
Un saludo,
Rigoletto
PS ¿A que te estás preguntando quién coño soy?
volandovengo -
Rigoletto -
Saludos, llevo una temporada siguiendo tu blog y tus poemas.
Rigoletto
Lara Cano -
"pero como por tangos,
-de la penca, de la pita del monte-
por tangos chumberos,"
la coma de después de "tangos" va después de "monte-", así: "monte-,".
Sin más.
volandovengo -
Estamos de acuerdo en todo. Aparte de lo buena persona que es: humilde, cercana, amiga.
Lara Cano -
por soleá desgarra,
por fandangos del Albaicín pasea ancha,
por seguiriyas sorprende,
por levante sigue grande,
por bulerías rememora poesía,
pero como por tangos,
-de la penca, de la pita del monte-
por tangos chumberos,
Granada no tiene mejor patrona.
Marina es alegría, desgarro, respeto, buen hacer, dulzura. Añeja y joven en sí misma, Marina es Granada.
¡Ole esos chumbos y esas pencas del camino del monte!