Blogia
volandovengo

La escritura

La escritura

Se busca estos días la palabra más bella en español. Creo que el español es bello en toda su extensión, pero las palabras que suenan bien es lo que se pretende. El común de los entrevistados buscaba la palabra por su significado, o sea por su contenido, no por su continente, que es lo que nos ocupa.

El otro día hablando de esto con Amparo, le sugerí la palabra ’caravasar’ (posada en Oriente destinada a las caravanas) como palabra bella en su grafía y sonido. Pero ellos sabrán.

También nos hemos preguntado alguna vez cuál es el invento por antonomasia de la humanidad. Cuestión igualmente tonta como, me temo, todos los ranking y clasificaciones. Aparte de la fregona, el monomando y el biquini, sin lugar a dudas, es la escritura el culmen de la civilización.

La escritura nació por una necesidad contable. El ser humano necesitaba comerciar, en el sentido ámplio de la palabra, y anotar sus transacciones. Así lo primero fueron números, palos y palitos en la arcilla. El cero llegó más tarde.

El alifato y después el alfabeto vino rodado. Era una cuestión de siglos.

Se escribía de izquierda a derecha y también a la inversa. Y de arriba abajo (nunca de abajo arriba). Los persas crearon un sistema llamado bustrófedon (o bustrofedón) que consistía en escribir para ambos lados. Cuando se terminaba la línea se comenzaba por atrás. Como mi abuela cosiendo que en vez de darle la vuelta a la tela, se cambiaba la aguja de mano y cosía hasta el otro lado. Era ambidiestra.

La palabra bustrófedon viene del griego y expresa la forma que tiene el buey de hacer surcos en la tierra girando de un lado a otro. De ahí la manera de escribir.

En la Escuela de Traductores de Toledo apareció una enfermedad algo fantástica llamada "ojo loco" u "ojo de ida" que le afectaba a los lectores de árabe, de tanto leer de derecha a izquierda, cuando pasaban al texto latino, el ojo acostumbrado, seguía leyendo al contrario.

Así, por ejemplo, en vez de leer alea iacta est (’la suerte está echada’, que dice Suetonio que dijo César) el afectado leía tse atcai aela.

Esta dolencia, según Cunqueiro, la padecieron Roberto de Chester y Germán el Dálmata, "de la que fueron curados con una pestaña de oro, que se colocaba en la final derecha del párpado superior, y la dicha pestaña de oro se deslizaba por un hilo ensebado, tirando por otro, como si fuese juego de cortina, y así se llevaba la mirada a donde se quería".

Antiguo texto griego escrito en bustrófedon.

4 comentarios

Lara Cano -

Diría yo que temes bien, sí, sí.
Gracias, Jorge. Esperaré con ganas, por eso, tu reseña. :)

Alberto Granados -

No sabía lo de la pestaña de oro. Muy curioso el post.
Respecto a la palabra más sonora del castellano, "faralaes" me suena a compases de flamenco.

volandovengo -

Si fuera sólo esa la estupidez de nuestros próceres podría pasar, pero me temo que ese es uno de sus muchos exabruptos.
Cuando quieras te esperamos en Granada.

Lara Cano -

Y que el Instituto Cervantes pierda tiempo (y dinero) en semejante estupidez... hay que joderse.

PD: Me gustaría ir en mayo a ver a Marina, pero esta vez no va a poder ser. Lástima...