Y los sueños, sueños son
La noche del durmiente, aunque no sea bello, está llena de sueños. Una concatenación de imágenes felices o angustiosas, angélicas o incúbicas, amenizan la noche pensando sin querer pensar. Entre niebla y fantasía sucede el ensueño profundo, donde el tiempo no existe ni el espacio, ni lo real ni lo fantástico. Unos sueños que se prestan al olvido en cuanto suceden pero su estela tinta el primer despertar que, si no se hace un forzado ejercicio de retención, sus hilvanes desaparecen definitiva e irremediablemente para visitarnos con similar aspecto si acaso durante otra adormecida.
Hay quien es consciente de sus sueños y se esfuerza por conservarlos, analizarlos e interpretar sus designios. Se ha escrito mucho sobre su origen y significado. Pero su mundo paralelo, dimensional, al menos para mí, está vedado.
El otro día sin embargo, en el umbral de desadormecer, algunos retazos de sueño se me hicieron evidentes. Incluso borgianamente en el mismo sueño tomaba estas notas que ahora escribo.
O sea que, sin pensármelo dos veces, me siento ante el teclado y, liberando de telarañas el film de mi mente, confío en registrar lo esencial que peca más de orate que de cordura.
En un aula mixto donde esperábamos al docente, una chica con los labios muy definidos de naranja, casi butano, era la única que atendía el vano de la entrada. El profesor llegó con su cartera en la derecha (puede que tuviera gafas) y besó a esa dama que le sonreía.
En ese instante o al momento (el tiempo no existe, recuerdan) dio a luz a un bebé, a todas vistas prematuro si no fuera porque comenzó a hablar diciendo algo así como:
Todas las mañanas me gusta decirle a mi madre cuánto la quiero.
En ese momento, en el mismo sueño pensé escribir el episodio por su grandeza, por su imposibilidad. ¿Cómo un recién nacido, que no ha vivido ninguna mañana, ningún despertar aparte de su alumbramiento, puede referir el amor de su madre cada amanecida?
Soñando, busco dónde apuntar mientras intento retener la anécdota. Despierto, busco dónde apuntar e intento retener la anécdota
4 comentarios
volandovengo -
En cuanto a los cuaversos, suelo ir publicando poemas, que no siempre coinciden con los miércoles. Sin, embargo el miércoles pasado subí uno. Intentaré seguir la iniciativa, no obstante.
Alberto Granados -
Alberto
PS Jorge, te invito a que participes en aquella vieja iniciativa: los cuaversos de bitácora, que consistía en dedicar nuestros blogs a la poesía los miércoles, insertando poemas de alguien o incluso los que perpetramos nosotros mismos.
volandovengo -
B -