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Pedazos de Verdad

Pedazos de Verdad

Flamenco en Le Chien Andalou

Me llamaron el domingo sobre el mediodía, que un grupo de irlandeses quería ver flamenco esa noche. Si se planteaban cenar podían ir a Jardines de Zoraya o a la Venta el Gallo; si sólo espectáculo al Tablao Albayzín o alguna cueva; si querían algo asequible y no muy lejano podían ir a Le Chien Andalou (los domingos no hay mucha oferta desde que está cerrado Eshavira).

Optaron por la última propuesta y me fui con ellos. Llegamos con tiempo para coger sitio. El local es pequeño y la expectación grande.

Después de hacerles una introducción apasionada del flamenco y de lo que podíamos ver, comenzó el espectáculo eminentemente festero. Tres bulerías, dos tangos, fandangos de Huelva, alegrías…

Ante el micrófono La Samarona, con bonito timbre y esfuerzo, pero no llega a romper porque no le alcanza la voz. A la guitarra Oscar Martínez, bastante correcto, tal vez lo mejor de la velada, quizá a falta de un poco de brillo, a la percusión Víctor Rodríguez y algunos palmeros espontáneos.

La soleá por bulerías y las alegrías, con las que acabaron las dos partes respectivamente, las ilustró Rosario Molina con su baile limitado, quizá por el espacio. El caso es que Rosario tiene presencia y ganas de contar. Es joven y necesita rodaje. Lo que tendría que corregir lo antes posible es su braceo, que peca de hombrera, es decir, sus manos raramente suben de los hombros, aunque también la altura del local truque las ganas.

La Samarona ilustra sus últimas bulerías a pie de escenario, sin megafonía, cosa que se agradece en un local con acústica deficiente. Y bailando con gracia ese cante.

Para el fin de fiestas, lo mejor de la noche sin duda, subieron al escenario algunos flamencos, presentes en la sala, que, con arte y frescura, pusieron un punto final rebosante de alegría.

Es necesario que existan estos escenarios que dan oportunidad a los más jóvenes. Es necesario cuidar nuestra cantera y abrirles su espacio y contar con ellos. Es necesario que quien se suba a un escenario, lo haga mejor o lo haga peor, esté siempre lleno de verdad.

* La Samarona (foto tomada prestada de su MySpace©).

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