Patrimonio exclusivo
XI Festival de Otoño – Flamenco por derecho
La sorpresa de un primer momento de ver un escenario tan parco como efectivo pasó rápido gracias a unas bulerías interminables. Alrededor de una mesa se reunían todos los artistas haciendo compás sobre el madero, por detrás una foto de una taberna antigua engrandecía el cuadro.
Poco a poco, por derecho, fueron resaltando los músicos. Destacaba el primer lugar el cante de David ‘El Galli’ y Amparo ‘La Repompa’, que se imbricaba bien contrastado. La guitarra Juan Habichuela, quien triunfó el día anterior, parecía algo fuera de lugar. Apoyándolo, como en su misma actuación, Pepe Maya ‘Marote’ afirmaba el soniquete. El violín correcto, aunque fuera de lugar. Un primer baile de Raquel ‘La Repompa’ y un segundo de Vero ‘La India’ se multiplicó en esa pieza festera.
Sin discusión, lo más original y logrado en la noche fueron unos tangos abordados por el titular, Juan Andrés Maya, y su artista invitado, Antonio Canales. Fue la primera vez, y así lo agradecimos, que se escucharon tangos en el Festival de Otoño de este año. Ni con Estrella ni con Juan Habichuela tuvimos la suerte de reconocernos con el tema más típico entre los cantes de Granada.
Estos tangos sacromontanos comenzaron con un repetido ritmo binario. Fue una grata sorpresa. El compás insistente ofrecía una dimensión tan arraigada al pasado como una propuesta contemporánea sin par, afrontada entre los dos bailaores como si fuera un diálogo o un duelo de dos sentimientos.
Lo logrado con estos tangos sin embargo no se volvió a repetir. El espectáculo fue decayendo, con algún acierto, pero con momentos bastante lasos.
Una especie de himno gitano cantado por todos los intérpretes cogidos de las manos vindicaba, a la manera de Mario Maya, la presencia del pueblo calé. A partir de ese momento todo fueron guiños y remedos trasnochados.
Juan Andrés Maya explotó su vena melancólica y su necesidad representativa montando un baile cercano a la seguiriya donde intentaba exponer problemas sociales, apoyado por las dos bailaoras. En esta pieza introdujo el inquietante baile maravilloso de Mario Maya cuando se expresa con los brazos cautivos.
La soleá de Canales, aplaudida increíblemente hasta la saciedad, no aportó nada. Si acaso se reconoce en el bailaor sevillano su sentido del compás y su falta de ahogo que en sus anteriores apariciones era evidente. Destaca en esta pieza sin embargo el cante de El Galli y la guitarra exclusiva de Paco Iglesias.
Juan Andrés de blanco aborda unas alegrías muy de Mario. La foto tanto del gran coreógrafo granadino como la de Juan Andrés, con un afán de protagonismo inapropiado, no van a dejar de presidir la escena.
El fin de fiestas vino en forma de rumbas, donde se justifico por fin la presencia del baterista Alejandro Hitos.
La extensión del concierto y la búsqueda constante de aplauso mermaron la bondad final de la propuesta. De todas formas, el objetivo está logrado. El baile de Juan Andrés Maya se ha convertido en patrimonio exclusivo de nuestra ciudad.
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