Un final inesperado
II Concurso de Jóvenes Flamencos de la Diputación de Granada
La Diputación de Granada, cogiendo el testigo que dejó en su día Pepe Guardia, pero que alimentó también desde su tribuna Juan Bedmar e Inmaculada López, han apostado por fomentar el flamenco de la tierra desde la base, desde la cantera y la promoción, que se deduce desde el brote de los jóvenes artistas hasta el apoyo e impulso de las peñas de nuestra provincia. Desde su titular, María Asunción Pérez, esta institución ha creído en el flamenco, no sólo como fuente de vida, sino también como poso indiscutible de nuestra identidad como andaluces y su particularidad como granadinos.
Con esta visión, entre otras actuaciones (como la ayuda para la grabación de discos), se organiza un premio de promoción de flamencos incipientes en nuestro territorio. Este año se cumpliría su tercera edición si no se hubiera ninguneado incomprensiblemente el primero de estos concursos. O sea, entre finales de 2010 y principios de 2011 se desarrollan las semifinales y la final del “II Concurso de Jóvenes Flamencos de la Diputación de Granada”, en sus tres modalidades, cante, toque y baile.
Este sábado, 26 de marzo, coincidiendo con mil ofertas, tiene lugar la final de esta competición en la villa de Peligros, localidad cercana a Granada, en su destacado teatro Pablo Neruda.
La relación de los participantes y sobre todo de sus interpretaciones es lo menos ilustrativo, pero por mor de la constancia, daré paso a este listado.
En el apartado de guitarra intervinieron, Josele de la Rosa, interpretando tarantas y alegrías; Rubén Campos, rondeñas y soleá; y Jorge Espejo, granaínas y farrucas. Entre los cantaores concursaron Cristián Delgado, haciendo fandangos de Granada (aunque él dijo de Frasquito) y seguiriyas; Alicia Morales, con la soleá de Pepe el de Jun y Bulerías de Jerez; e Iván ‘Centenillo’, granaínas y seguiriyas. En la modalidad de baile, por último, compitieron Francisco Vílchez, proponiendo alegrías; Agustín Barajas, solea por bulerías; y María Sánchez, que se inclinó por levante, rematándolo por tangos.
Ni que decir tiene que cada bailaor trajo su cuadro (guitarra, cante y compás) y cada cantaor se arropó con su guitarrista que normalmente fue el de la organización, Ramón del Paso.
Como presentador ofició Juan Pinilla que hizo un alegato sobre flamenco, juventud y compromiso muy acertado. Y, mientras el jurado deliberaba, tuvimos las actuaciones de los premiados del pasado año, José Fernández a la guitarra y Lucía de Miguel al baile (Esther Crisol no pudo asistir por su avanzado embarazo), demostrando el acierto de su victoria.
Ser jurado de un premio siempre es delicado. Máximo si el nivel es alto. Máximo cuando juzgas la entrega total, la ilusión y posiblemente el espaldarazo de confianza para seguir avanzando con un mínimo de estabilidad.
Sin más demora, paso a relacionar los ganadores (“con un premio de 2.500 euros cada uno”). Como mejor bailaor, indiscutible, de la edición, el premio recayó en Agustín Barajas; Jorge Espejo fue el vencedor en el apartado de guitarra; y la modalidad de cante inexplicablemente quedó desierta.
Yo he sido jurado, no sólo de flamenco, sino de poesía, de cuento y de otras modalidades artísticas, y sé lo difícil que es, y sé lo mal que se pasa, y conozco el hilo tan fino que une un puesto con otro. Así no quiero juzgar a nadie y menos de tachar de erróneas algunas decisiones. Digamos que nunca llueve a gusto de todos y lo que otros ven yo no lo veo y que a veces los sentimientos nublan la vista.
Tan sólo, en un plano personalísimo, me gustaría hacer una reflexión basada en parámetros marxistas. A cada uno de le debe exigir según sus posibilidades y se le debe ofrecer según sus necesidades. Siendo éste un concurso joven, en el que se trata de alentar nuestro futuro, premiando el esfuerzo del que empieza, no entiendo cómo el capítulo de cante quedo estéril.
Estuve presente en el concurso, como cien, doscientos o trescientos más, y llevamos tiempo observando, escuchando y aplaudiendo las actuaciones y los logros de Iván, de Alicia y de Cristián y, si querer polemizar, permítanme que me asombre de su nulidad final.
Podría estar de acuerdo o no en el resultado de la votación, pero la ausencia de cosecha, después de haber abonado y regado y fumigado, me parece de un rigor desmedido.
2 comentarios
volandovengo -
José Manuel -