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volandovengo

La condición de ratero

La condición de ratero

Cree el ladrón que todos son de su condición.

Siempre lo digo: el norte no es un punto, sino una dirección. Llegar a Roma, llegaremos, pues todos los caminos terminan en la Ciudad de los Césares.

Tengo un amigo cantautor que, echando mano de un diccionario inverso, se pensó que de esta guisa rimaban todos los troveros. Conozco igualmente a un pensador que apoya su pensamiento en el pensar de los demás y piensa que todos piensan de igual pensar.

Sé de quien te escucha un diálogo y después te lo cuenta cual si fuera de su cuño; y quien, como Machado, se va autoconvenciendo de su discurso al caminar.

Me sonrío cuando alguien lleva la contraria por defecto y, cuando apoyas su argumento, nuevamente se codea con los antípodas para seguir bien discutiendo.

Hay ladrones de ideas, que, aun sin querer, cualquier luz que atraviese el aire del cual respira, se la apropia como henchido de fulgor; y comparte la broma que en un estadio brillante a ti se te ocurrió.

Alguno se ríe antes de contar el chiste o lo narra por los pies convencido de su eficacia, pues sartenéa por el mango y las moscas se le pegan; esos moscones que lo reciben de espaldas y no dudan en lamerle la gracia a quien ha ascendido hasta del ratón la cabeza.

Muchos tienen libros dedicados de autores que no sólo no conocen sino que no han leído ni piensan leer porque lo suyo es acumular firmas, como quien acumula ’amigos’, como quien acumula libros por metros o posa junto al mediático que, por obligación, simpatía u oficio, acepta el retrato del desconocido.

Desconfío del que tiene la palabra ‘yo’ en su boca de continuo y mira el mundo como desde una atalaya. Desconfío del que no tiene orejas y espera el silencio del contrario para proseguir su discurso.

Existen algunos entendidos de cualquier materia pero, sobre todo, existen los enterados.

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