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volandovengo

La máquina del tiempo

La máquina del tiempo

Uno de los últimos cuentos que escribí para En un pozo chico (editorial Transbooks, 2013) fue el de un científico que inventó una máquina del tiempo solo para regresar al último día en que fue feliz. Incluso se titulaba así El último día en que fue feliz. Reconozco que la idea era tan maravillosa que el resultado, pienso, quedó desvaído. Pero la idea fundamental, todo el peso romántico que el planteamiento conlleva, está presente.

Al comienzo, el cuento plantea la imposibilidad de dominar el tiempo tal y como se domina la distancia. “La velocidad es un hecho que todo el mundo entiende y experimenta —argumento—. Pero viajar al pasado está fuera de la razón y, si apuramos, la visita al futuro se muestra aún más orate”.

Con todo y con eso, por la infinita facultad que otorga la fantasía, el inventor, como no podía ser de otro modo, logra su objetivo y regresa una y mil veces junto a su amada.

Para abordar el tema, quizá sin necesidad, leí La maquina del tiempo (The Time Machine), del escritor británico Herbert George Wells, publicada por primera vez en Londres en el año 1895.

Ahora, leyendo algunas notas sobre literatura fantástica, en un ensayo de Pedro Fernández Riquelme, me entero con gran entusiasmo que un tal Nilo María Fabrá concibió una máquina del tiempo, en versión novelada, unos años antes que el señor Wells.

Me intereso por la vida y obra de ese escritor y político catalán de finales del XIX, pero, cuál sería mi sorpresa, que las obra de este hombre, padre de poeta (Nilo Fabrá), eran de corte histórico y social, que en su ideario no entraba la ficción, ni siquiera verosímil.

Sigo mis lecturas y, el cuento que inventa la primera máquina del tiempo de la que se tiene referencia literaria, llamado El Anacronópete, es del escritor teatral Enrique Gaspar.

Esta obra vio la luz en Barcelona, allá por el año 1887 (casi dos lustros antes que la inglesa), y en ella se describen las aventuras surgidas tras la invención de una máquina del tiempo.

Anacronópete es una palabra formada por tres raíces griegas. Ana, significa atrás, cronos es el tiempo y petes es aquel que vuela, o sea, aquel que vuela hacia atrás en el tiempo.

Esta obra, no hace falta jurarlo, cayó pronto en el olvido, pero, además del mérito de la invención citada, también resultó ser la primera novela de ciencia ficción española. La máquina del tiempo de H.G. Wells sin embargo es la que se lleva los laureles de ser considerada la precursora del género.

Otra vez que perdemos la carrera, simplemente por no anunciar a voz en grito que hemos ganado.

4 comentarios

volandovengo -

Hola Pedro, te dejo mi correo: jorgefernandezbustos@gmail.com

Pedro Fernandez Riquelme -

Hola. ¿cómo podemos contactar?

volandovengo -

Mientras no tengamos ese 'transbordador', Carmen, seguiremos viajando con la imaginación.

Salmerón -

Vaya, otro invento español... fascinante. La historia es fascinante, ¡cuántas pistas aporta!
La velocidad es igual al espacio partido tiempo... sin duda.
A Einstein le fascinaba el viaje a través del tiempo, y del espacio. Su imaginación, prolífica, le llevó a la teoría de la relatividad; y al viaje en el tiempo. Matemáticamente es posible. Tan sólo falta que la tecnología lo permita: el trasbordador molecular. Ese será el gran momento.