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‘Septimio de Ilíberis’, la historia de un personaje que pierde la cabeza

‘Septimio de Ilíberis’, la historia de un personaje que pierde la cabeza

[Encuesta para el diario Ideal de Granada (6-11-14), por Miguel Ángel Alejo]

El crítico flamenco Jorge Fernández Bustos presenta esta noche en La Expositiva su primera novela

Jorge Fernández Bustos presenta hoy su primera novela ‘Septimio de Ilíberis’ (Círculo Rojo) en La Expositiva, una sala situada junto a Plaza Nueva a las 22,00 horas. Jorge Fernández Bustos es crítico flamenco en diferentes medios de comunicación. Con anterioridad ha publicado diferentes cuentos, cofundador de Ediciones del Vértigo y de las revistas Letra Clara y El erizo abierto. En ‘Septimio de Ilíberis’ el autor toma la España romana para introducirse en un fantástico mundo de la mano de un personaje sin cabeza y un monje que habla con su burro.

- El personaje principal de la novela, ¿recorre prácticamente toda la Península?

- El personaje principal, Septimio, es un joven que vive con su familia en Ilíberis (Granada), que se ve obligado, como en el resto de las familias trabajadoras, a abandonar a sus padres en busca de fortuna, pero, en vez de encontrar nada, pierde la cabeza y se ve obligado a caminar con ella debajo del brazo hasta Mérida, donde encuentra un monje, quien cree a su burro mozo encantado y le habla en buenos latines. En compañía de este fraile, llegan a Toledo, a la corte del rey visigodo Recaredo (pues a final del siglo VI se desarrolla la acción) y, tras participar en el Concilio Tercero de esta ciudad, vuelven a la Vía de la Plata, hasta su final, para encontrar compuesto para su figura y, de paso, un amor que ha tenido mucho que ver en su descabezamiento.

En la presentación, el autor estará acompañado de los poetas Juan Carlos Friebe y Mercedes Elorza, que se dedicarán a la parte lírica de la novela, y el narrador Jesús Ortega, que leerá unos fragmentos de la misma. El autor, o sea, yo, presentará la novela, su aspecto más lúdico y el más sesudo, sin olvidar la comicidad que impregna toda la obra.

- Tres años escribiendo el libro, ¿cómo ha sido ese proceso?

- Han sido tres años materiales, pero otros muchos con la idea rondando por mi cabeza. El proceso ha sido excitante. Tenía claro desde dónde partía y hacia dónde quería llegar, incluso episodios de entremedias, lo que no tenía muy claro es el día a día, los sucesos intermedios. A veces escribía para sorprenderme a mí mismo, para saber lo que venía después. En esos tres años he repasado mucho, corregido, ampliado y tachado. Para seguir escribiendo, casi siempre leía todo lo anterior y lo manipulaba como un muñeco de plastilina. Muchas veces me ha ocurrido llegar a casa feliz con una idea, o simplemente con una palabra, e insertarla donde me parecía adecuada. Otras veces tenía que dejar de escribir porque la obra me empezaba a fagocitar. Llegaba a tal extremo de surrealismo y enrevesamiento que me bloqueaba. Necesitaba respirar, tomar aliento. Un aire que se aprecia y que llegaba a agradecer. No tuve prisa en ningún momento. La novela estaba dentro de mí, sólo necesitaba que fuera manando a su amor.

- El libro está escrito como castellano antiguo, pero con elementos modernos, ¿por qué optó por ese lenguaje?

- No es que esté en castellano antiguo, pero sí tiene giros y expresiones arcaicas, que le dan un aire fantástico, como el resto de la novela. Al ser en realidad un cuento largo, un cuento de cuentos, pero para adultos, era necesario no infantilizar demasiado el lenguaje. Así, además de esos guiños pretéritos, su composición es rebuscada, casi erudita y en un tono bastante lírico, lo que hace que quizá cueste entrar en faena, pero una vez que se le ha cogido el pulso, se hace bastante fluido e interesante. Todas las palabras menos convencionales se comprenden perfectamente entre el contexto.

Al mismo tiempo hace referencias bibliográficas y mitológicas...

- Sí. El libro, además de participar de la poesía, como te digo, también se asoma al ensayo, y es normal que aparezcan citas y pensamientos de personajes completamente extemporáneos desde Aristóteles o Luciano de Samosata, hasta Sánchez Ferlosio o Caro Baroja, pasando por Paracelso, fray Antonio de Guevara, Orase Walpole o Borges. Y, en cuanto a la mitología, el cuento de por sí es hagiográfico. 

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