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volandovengo

La española cuando obesa es que obesa de verdad

La española cuando obesa es que obesa de verdad

Inma asegura que ya ha perdido ocho kilos. Ese 'ya' indica su deseo de seguir perdiendo peso. Conozco a pocas mujeres (y cada vez a más hombres) que estén de acuerdo con lo que denuncia la báscula. Todas (todos) pretenden conseguir su peso ideal, generalmente para dejar algunas grasas, michelines, cartucheras, panza cervecera... Cuando le comentas a alguien qué barrigón tiene, graciosamente contesta, mientras se acaricia la oronda barriga que le cuelga por encima del cinturón: "mi trabajo me ha costado"; dan ganas de contestarle: "más trabajo cuesta quitársela, desgraciado". Y es que la vida no perdona. La vida que llevamos. La comida, la rápida y la tradicional, la falta de ejercicio, el estres, el exceso de comodidad... El caso es que todo se acumula donde menos queremos. Una letrilla flamenca cantada por Rafael Amador dice: Todo lo que me gusta es ilegal, es inmoral o engorda.

La obesidad, la gordura, las carnes, al fin y al cabo, no son un problema. El problema grave es la insatisfacción. Este desacuerdo con nuestro cuerpo es lo que nos acarrea problemas, es lo que merma nuestra autoestima y puede desembocar en graves enfermedades.

El otro día, mirando la tele, vi desfilar a esqueletos luciendo ropa por una pasarela, que es la mejor forma de saber cómo quedaran en el armario colgada de las perchas, y me acordé de Rubens y de sus Gracias, de la voluptuosidad y el erotismo que destilan unos cuerpos rellenos, sonrosados y alegres (y desnudos). Es la estética. Ayer vi a una portuguesa con un bigote que tiraba para atrás, que te da un beso y te cepilla el traje (Gila), y recordé que en La Regenta de Clarín se alababa a la mujer con una leve sombra de bello bajo la nariz.

Es producto de nuestro tiempo: la delgadez extrema frente a la obesidad enfermiza. Los extremos son peligrosos, enfermizos, antinaturales. No defiendo yo un exceso de carne, un 'complejo de Botero', se podría decir, pero sí me inclino por las curvas frente a las aristas, las redondeces frente a planitud. La mujer (perdonadme que enfoque al sexo fuerte) debe rellenar sus pantalones y, si las carnes son serranas, gurruchagamente apretadas, se merecen un ole castizo. Esto es mejor que la obesidad americana, por ejemplo, que se derrama de tanta hamburguesa y bollo envasado.

1 comentario

bukanero -

Verano más malo vamos a echar!!, por excesos y defectos, de carnes digo.